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OBRAS COMPLETAS
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Dr, D, Mmmel Müá y Fontanals.
TOMO TERCERO.
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OBRAS COMPLETAS
DEL DOCTOR
D. MANUEL MlU Y FONTANALS
CATEDRÁTICO QUE FUÉ DE LITERATURA en la Universidad de Barcelona
ColeecioDadas por el Dr. D. MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO
de la Real Academia Española
TOMO TERCERO
ESTUDIOS SOBRE HISTORIA,
LENGUA Y LITERATURA DlE CATALUÑA
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BARCELONA
LIBRERÍA DE ALVARO VERDAGUER , Rambla del Centro.
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ÍNDICE
Pag.
Noticia de la vida y escritos de D. Próspero de Bofarull
y Mascaró i
Cartas y máximas de Bofarull 77
Apuntes históricos sobre Olérdula 83
Olérdula antigua 85
Olérdula moderna .... gS
Olérdula. — Apéndice á la Memoria anterior ii3
I.— Olérdula antigua . . 114
II. — Olérdula moderna. ... .... 121
índice de fechas, autores y documentos l35
Resenya histórica y crítica deis antichs poetas catalans. 14)
I. — Fonaments de 1' escola poética catalana 145
II.— Poetas de 1' escola catalana . . . i55
III. — Crisi de V escola catalana. ... 282
Lo sermó d'en Muntaner 241
Del sermó que en Muntaner tramet 25 l
Observacions .' 260
Lo sermó d'en Muntaner.— Adició. ... .... 2Ó7
Antiguos tratados de Gaya Ciencia 277
Poetas catalanes. 2jg
Primer período: desde los comienzos del siglo xiv hasta prin- cipios del XV So I
Les Noves Rimades — La Codolada 359
I.— Les Noves Rimades 363
Notes de la Premiére partie 399
II.— La Codolada 406
Notes de la Seconde partie. 435
Poetes lyriques catalans -441
Notes sur trois manuscrits 475
I.— ün chansonnier provengal. 477
II. — Un román catalán 485
III.— Une traduction de la Discipline cléricale 492
Not.is sobre la influencia de lo üieratuí Estudios de lengua catalana. . .
Catalán canlemporineo
LengQají di Barcílona.-!. Fonúl.ca. . a Flciiin.— Declinación 1* gíneroB. .
3. Verbo. .
<).. Formación de palabras, .
5. Parles inHesIblej
La Uengua catalana á Sardenyn.. , .
Narradla j poesía de la rlctoría úe Alguer Cobles de la conquiaia deis francestis.. La ah i8 de Mars iSfig. . . .
Quaire mots sobre ortografía catalana.
541 545 549
NOTICIA DE LA VIDA Y ESCRITOS
DE
D. PRÓSPERO DE BOFARULL Y MASCARO
archivero y cronista de la Corona de Aragón
leída en la
sesión pública celebrada por la Academia de Buenas Letras
el día 3o de Diciembre de 1860
s
OLÍAN los antiguos historiadores recomendar á la imilación de los venideros los heroicos ejemplos de los claros varones cuyos actos referían. Por nuestra parte no debemos contar la vida de un héroe , sino la de un hombre de bien : vida poco fecunda en hechos ruidosos, pero que puede contarse por entero. No es esto poco en verdad, y trae utilidad no escasa en los comunes acci- dentes de la vida tener á los ojos la imagen de quien^ por la constante rectitud de su conducta, puede de con- tinuo servirnos de amonestador y consejero.
Para llevar á cabo nuestro empeño, tenemos á mano abundantes materiales conservados en una sencilla auto- biografía, escrita á fines de i835, y completada por el que más que nadie sabe los hechos, y puede adivinar los pensamientos del finado; documentos ambos que nos servirán de constante guía en la parte biográfica , hasta el punto de ceñirnos á menudo á una simple trans- cripción. Daremos en ella cabida á pormenores que podrán parecer excesivos, y que eñ efecto estarían de más en un verdadero discurso académico, pero que
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4 VIDA Y ESCRITOS DE
admitimos, consultando el que es en esta ocasión nues- tro propio gusto, los deseos de la familia y los que en amigos y admiradores presumimos : iremos también algo despacio en la parte literaria, prefiriendo el exa- men algún tanto detenido de los escritos á subidas y vagas alabanzas, poco acordes con el carácter y las pre- tensiones del alabado, y que además excitan ya una justa desconfianza.
Permítasenos que antes de comenzar, enlacemos con una memoria respetada la de otro digno hijo de una generación que va desapareciendo, íntimamente enla- zado con el objeto de nuestro elogio por duraderos y amistosos vínculos. Grata memoria conserva de ambos el que escribe estas líneas: si en D, Próspero de Bofa- rull halló fácil acceso y amabilísimas dotes, en Don Joaquín Rey admiró una firmeza de ánimo no doble- gada por la ancianidad, y á pesar de la diferencia de años , de estudios y de carácter, tuvo que agradecer una singular é inesperada benevolencia.
Una de las más bellas regiones de nuestro Principa- do, el fértil campo de Tarragona, celebrado ya por Marcial, cuenta entre sus esclarecidos hijos á nuestro historiógrafo, que vio la luz primera, nó en la capital y metrópoli , venerable depósito de antiguos monumen- tos, sino en la populosa y rica villa de Reus, aventaja- da en las modernas artes.
Nació la noche del último día de Agosto del año 1777, y recibió el día siguiente, en la pila de la iglesia parro- quial de San Pedro, los nombres de Próspero, Miguel, Gil y Lobo, el primero por ser de un cuerpo santo de las catacumbas, que trajeron entonces de Roma á la casa
D, PRÓSPERO DE BOFARULL 5
paterna, y que los franceses destrozaron en la guerra de 1808. Fueron sus padres D. Francisco de BofaruU y Miquel, persona de singulares prendas, amado con entusiasmo de todo el pueblo y de cuantos le cono- cieron y trataron , á cuya beneficencia debió España la primera fundación , el sostén y acrecentamiento del piadoso instituto de las Hijas de la Caridad en el Hos- pital de enfermos y convalecientes de San Juan Bautista de la villa de Reus ; y la señora Doña Teresa Mascaró y Salas, digna de tal esposo, á quienes debió los más tier- nos cuidados durante su infancia. A la edad de siete años resolvió su buen padre enviarle á un colegio establecido en cierto lugar inmediato por algunos vecinos pudientes déla villa, donde, en compañía de un hermano, sufrió por espacio de cerca de tres años las mayores privaciones y malos tratos de un astuto y cruel preceptor: áspero aprendizaje de la vida , que pudo avezarle á la resigna- ción y paciencia de que después dio muestras , sin que en manera alguna agriase su naciente carácter. Dióseles luego á los dos hermanos un preceptor eclesiástico, para que les enseñase los rudimentos de la gramática latina, «cuando apenas sabían leer ni escribir,» á quien siguió Próspero al curato deMontagut y luego al colegio Tridentino de Tarragona, donde entró de seminarista, y donde no habían obtenido todavía completo éxito los esfuerzos del sabio y virtuoso Armanyá , á juzgar por lo que Bofarull nos dice, de que estudió mal y le en- señaron peor el latín , la retórica , algunos principios de geografía, y el primer año de filosofía. Más contentos quedáronlos maestros del discípulo que éste de la ense- ñanza , pues certificaron que en los cuatro años de cole- gial había sido de vida y costumbres irreprensibles, modesto y retirado y muy exacto en el cumplimiento de todas sus obligaciones.
Cursó los dos años siguientes de filosofía y los tres primeros de leyes, entre la traviesa juventud escolar de la Universidad de Cervera , y pasó luego á estudiar el cuarto en la de Huesca, donde, en 21 de Abril y
VIDA Y ESCRITOS DE
en 5 y 14 de Mayo de 1798, recibió sucesivamente los grados de bachiller, licenciado y doctor en leyes con todos los honores y títulos con que se distinguía á los más beneméritos, apadrinándole D. Ignacio Coll, co- legial mayor de San Vicente en aquella Universidad. De 98 á 99 cursó un año de cánones. Defendió públicas academias de jurisprudencia civil y canónica, fué nom- brado examinador en varios grados mayores y menores de leyes, y en dicho año de 1798, el Rector Dr. Don José Roset, le comisionó para la substitución de la cátedra de Digesto viejo , que desempeñó con exactitud y á satisfacción de la escuela. Tenía dispuesto su padre que tomase la beca en el mencionado colegio, pero habiendo fallecido en Noviembre de 97, dejándole se- gún dice, en los últimos momentos de su vida, una recomendación particular que jamás se borró de su memoria , desistió de aquella pretensión , para ahorrar un crecido gasto á la familia que iba ya en decadencia por las vicisitudes de los tiempos.
Terminada la carrera , su buena madre y hermano mayor decidieron que pasase á Madrid, para hacerla práctica, y recibirse abogado de los Reales Consejos, y el día 4 de Noviembre de 1799, después de un dolo- roso despido, abandonó el hogar paterno, y emprendió el viaje con un exento de guardias, en extremo econó- mico, el cual le sujetó á un régimen sumamente sobrio que pudo en cierta manera recordarle las privaciones que había sufrido en su infancia.
A la edad de 22 años se halló en medio de la corte, solo, sin experiencia , sin un amigo bueno y de confian- za que pudiese dirigirle, y sin más norte que las virtu- des, consejos y ejemplos de su padre que siempre le guiaron, unas escasas asistencias, y algunas cartas de recomendación que dé nada le sirvieron. Debió sin em- bargo á su huésped algunos buenos consejos y que le proporcionase para maestro al famoso letrado D. Do- mingo Rico de Villademoro, á quien después vio con horror dar garrote en Cádiz; en el estudio de este des-
D. PROSPERO DE BOFARULL 7
graciado amigo contrajo relaciones con otros jóvenes de su carrera , cotí quienes vivió algún tiempo , des- viándose luego de ellos (sin reñir, según su costumbre), por no convenir en ideas morales : acto bien laudable ea joven de tan pocos años y sin duda decisivo en la conducta y felicidad de toda su vida. Establecióse en- tonces en un pequeño cuarto , tomando por servidor á un cursante de medicina, con quien compartía sus escasos alimentos , y teniendo por vecinos y amigos á otros Jóvenes, después hombres ilustres, como el obispo de Pamplona Adriani , el regente Fuster y el general Gabanes.
En esta situación , y continiiando su práctica con al- gún descuido, contrajo afortunadamente amistad con el acreditado y honradísimo letrado catalán D. Jaime Fe- rrer (tío del excelente y popular D. Juan de Safont, abad de San Pablo del Campo, tan benemérito de la instruc- ción pública), á quien debió saludables consejos y protección decidida. Desde aquel punto emprendió con bastante calor la práctica en el estudio de Ferrer y en la Academia de Derecho de Carlos III, en la que hizo diferentes trabajos y ejercicios y desempeñó comisiones y encargos, y concluidos los cuatro años prescritos^ pasó á Valladolid, donde se recibió de abogado de aquella chancillería en 20 de Agosto de 1802, incorpo- rando su grado en los Reales Consejos en 7 de Octubre inmediato.
Mas no pudiendo entrar en el colegio de Madrid por las grandes dificultades que presentaba la admisión , se dedicó á algunas agencias y trabajos en el estudio de Ferrer, adquiriendo desde entonces buenas relaciones con personas de carácter, entre ellas D. Francisco del Campo, contador de encomiendas, que le llegó á mirar como de la familia , enamorado de su buen comporta- miento. Por aquel tiempo despreció la ocasión de acompañar al Marqués de Portago , embajador en Ge- nova, y la probabilidad de obtener el consulado de España en esta ciudad. Retraíale de puestos sobrado
8 VIDA Y ESQIITOS DE
brillantes su modesto espíritu, á más de que sus aficio- nes literarias le hubieran hecho preferible una coloca- ción de otra clase, difícil de alcanzar entonces á efecto de la depravación de la corte (de tan funestos resulta- dos y de proverbial memoria) á no contraer algún enlace indigno de un hombre honrado.
Con el intento de aumentar sus agencias y más toda- vía sin duda por el deseo de abrazar á su anciana madre y hermanos, emprendió un viaje á Cataluña, llegando á Reus en la víspera de su patrono San Pedro de i8o5. Estrechó en sus brazos á toda su familia , que amaba entrañablemente. Después de haber estado algún tiempo en Reus, Tarragona y el Mas (casa rural de la familia á orillas del Francolí, que le recordó siempre los felices días de su infancia, transcurridos al lado de tan buenos padres y hermanos), y de haber visitado la capital y otros pueblos del Principado, regresó á Madrid , acom- pañado de su hermano menor D. Juan. Prosperaban sus negocios, y aguardaba el momento de entrar en el colegio de abogados ó algún destino en Madrid ó en las provincias, mas le repugnaba hacer uso de los ofreci- mientos pecuniarios de su familia , otro de los medios entonces expeditos para lograr este intento.
Llegó en esto el 19 de Marzo, principio de tantos y tan aciagos acontecimientos que influyeron en los desti- nos de Bofarull , como en los de todos los españoles. Un mal llamó á otro mal, la corrupción é inepcia de nuestra corte dio la mano á una ambición sin ejemplo y que apenas se tomaba el trabajo de disfrazarse, y Napoleón pudo codiciar para los suyos, lo que en reali- dad equivalía á codiciarlo para sí, la España en apa- riencia inerme. Pocos é indignos españoles cedieron á la hábil y ya ejercitada seducción del déspota francés: en su modesta posición que, como la de otros, hubiera entonces podido dejar de serlo, no le ocurrió siquiera la menor incertidumbre á nuestro joven letrado, como que obedeció á su conciencia y no á interesados so- fismas.
h, PRÓSPERO DE BOFARULL 9
«Yo vi, nos dice con el acento de la emoción a) llegar á este punto, destronar reyes y entronizarse otros, derribar privados, invadida la Península con numero- sos ejércitos, acaudillados por el Capitán del siglo. Vi las calles de Madrid regadas con sangre el 2 de Mayo y cometer en ellas el ejército que se llamaba amigo los ma- yores excesos, después de haberse apoderado con felonía délas más fuertes plazas del reino. Vi, en fin, desqui- ciada la nación , y los españoles correr á las armas para vengar tamaños ultrajes. Era español , y no pude me- nos de abominar la invasión francesa. »
Realizó sus cortos capitales, y á pie y con el capote al hombro, salió de Madrid con dos compañeros el dia 19 de Marzo de 1809, mientras estaban los franceses ha- ciendo la salva en celebridad del dia del nuevo rey José, dirigiéndose por caminos extraviados á la Carolina, donde se hallaba el cuartel general del ejército español. Allí, en la Gaceta del Gobierno se enteró del estado de la guerra en Cataluña, y pudo colegir el de su familia, y llenó de amargura su corazón el relato de la desgra- ciada batalla de Valls, en que se hallaba su hermano D. Juan. Pasó luego á Córdoba , donde llegó el viernes Santo, y admiró, según no se olvida de advertir, aque- lla famosa mezquita , hoy catedral ; pero habiéndose recibido la noticia de la derrota del general Cuesta en Medellín, que abría á los franceses aquella puerta de Andalucía, resolvieron los tres amigos pasar á Sevilla, donde llegaron después de un penosísimo viaje, en medio de una fiera tormenta y de un país inundado, alentados por el deseo de alejarse de los franceses. El nombre del general D. Casimiro de BofaruU ablandó á un fondista catalán que debía antiguas ganancias al tío de nuestro viajero , y que le recibió la primera noche; luego encontró y adquirió amigos en aquella ciudad^ ^donde se hallaban entonces la Junta Central y todas las dependencias inmediatas del gobierno superior.
Trataron los amigos de colocarle de relator en el Tri- bunal de Seguridad pública , mas no aceptó por el ho-
I o VIDA Y ESCRITOS DE
rror que le inspiró siempre todo lo criminal ; y por consejo de su amigo Cano Manuel, fiscal entonces del Consejo de España é Indias, solicitó y obtuvo la entra- da en el colegio de abogados de los Tribunales Supe- riores del Reino. A poco los franceses forzaron el paso de Despeñaperros é invadieron la Andalucía , y enton- ces, por encargo de D. José Costa, oficial de la Junta Central , acompañó á la Isla de León á la esposa de este amigo, que se trasladó por tierra á aquel punto con el presidente de dicha Junta. En cuanto se vio libre del compromiso , trató de embarcarse en Cádiz para Cata- luña , pues ya consideraba á Napoleón dueño de toda la Península, mas al llegar á la ciudad, se le negó la entrada, al igual que á miles de personas de los pueblos del continente, que se refugiaban á aquella nueva Astu- rias. Pudo afortunadamente defenderla el Duque de Al- burquerque, llegando á la isla antes que el enemigo, y salvando á España, que acaso sucumbiera á no haber tenido buen éxito aquella operación militar.
Después de una noche pasada en un barquito valen- ciano, entró en Cádiz, donde ya aguardaban á Bofa- ruU antiguos y nuevos amigos, y residió cuatro años en aquella famosa ciudad, donde se fué organizando el gobierno, y que se puso inconquistable. Allí abrió su bufete, que en poco tiempo se llenó de negocios: la congregación claustral benedictina Tarraconense le nombró su asesor; la Junta superior de observación y defensa del Principado de Cataluña le comisionó y autorizó para reclamar del gobierno los auxilios que necesitaba para sostener la justa causa que con tanto empeño sostenía, y el Conde de Altamira le nombró su abogado de cámara, señalándole, ultra de sus honora- rios, una dotación de ochocientos ducados, que mandó se le continuase aun después que Bofarull se hubo esta- blecido en Barcelona. El mismo gobierno se empeñó en favorecerle, pues habiendo vacado la alcaldía mayor de la Isla de León , entonces el destino mejor de Espa- ña en la Judicatura, le fué conferida en Real orden de 27
D. PRÓSPERO DE BOFARULL. 1 I
de Mayo de 1810, sin haberla siquiera solicitado. Re- cordaba Bofarull con agrado aquellos días prósperos, y con particular gratitud el desinteresado ofrecimiento de crecidas cantidades de dinero que para atender á los muchos gastos que debía ocasionarle su nueva categoría de Juez, debió á sus amigos los señores Arxer y Mitjana. A pesar del magnífico recibimiento que en la isla se le hizo, no tardó en formar la resolución de renunciar aquel destino, que creía superior á sus conocimientos, y era en verdad contrario á su carácter por extremo apa- cible, mayormente luego que supo que el pueblo se ha- llaba dividido en bandos y parcialidades. En efecto, en 5 de Junio dirigió la renuncia al ministro, que no pudo inducirle á que continuase, ni á que aceptase una plaza de oidor de la Audiencia de Mallorca. «Salí pues, nos dice, de la Isla de León á los i5 días de magistratu- ra, como Sancho Panza de su Baratarla, enfermo y con algunos pesos menos de los que tenía en el bolsillo cuando entré en ella, y me volví á Cádiz, bien desen- gañado de lo poco que valía como juez ; y aunque en la carrera de abogado no me creía tan aventajado como otros me juzgaban, sin embargo, la prefería, siendo así que tampoco dejaba de mirar con respeto los graves car- gos que impone , cuancío por algún descuido ó por la ignorancia consiguiente á la desaplicación y apatía en ^os primeros años de estudios ó por otras mil causas, no hemos empleado nuestros talentos, como el siervo descuidado del Evangelio , y causamos por nuestra ig- norancia algún grave perjuicio á quien nos confía la ílefensa de sus derechos. »
Las tareas de abogado que continuó en Cádiz fueron aumentando sus intereses, y hasta pudo hacer una feliz operación en vales, que hubiera sido considerable, á no haberle impedido su delicadeza emplear* en ella un crecido capital que custodiaba.
^ Entre tanto el conquistador se había estrellado en los hmiies que á su poder había señalado la Providencia; después del iníendio de Moscou, España, que había
12 VIDA Y ESCRITOS DE
sido la primera en deshacer el encanto producido pe continuadas victorias, comenzó á verse libre de le odiados invasores. Retiráronse las tropas francesas d Andalucía y sucesivamente de Madrid y de toda la Pe nínsula , y las Cortes y el Gobierno trataron de trasla darse á la capital de la Monarquía.
Pocos meses antes de estos grandes acontecimientos, hallándose en el despacho del Sr. Alvarez Guerra, Mi- nistro de Gobernación , aburrido por el mal resultado de un pleito sobre la presa de un bergantín, que á su entender no podía perderse, y noticioso de que por muerte de D. Tomás Pardo se hallaba vacante la plaza de archivero de la Corona de Aragón, que ya en 1804 había solicitado y le había prometido el ministro Ur- quijo, se ofreció á servirla, pasando entre tanto á Ma- llorca, para arreglar los papeles déla Junta de Cataluña que el Gobierno había mandado á aquella isla ; y á lá respuesta favorable del Ministro, hizo nuevo memorial, que le devolvió la Diputación provincial de Cataluña , reconociendo sus relevantes méritos y servicios, pero alegando al propio tiempo la inoportunidad de proveer un destino que radicaba en una ciudad que se hallaba en poder de los enemigos, y la resolución tomada por la Regencia del Reino, de que recayera la propuesta y nombramiento de archivero de los papeles de la extin- guida Junta en uno de los empleados que no estuviesen en actual servicio.
Sobrevino la traslación del Gobierno á Madrid, y salió de Cádiz con algunos amigos el i.° de Enero de 1814, tocando en Rota , Sanlúcar y Sevilla, donde tomaron un carromato catalán que en doce días les condujo á la corte, en la que entró con un equipaje algo más abultado que el que de ella había sacado cin- co años antes. A poco de haberse establecido nueva- mente en Madrid , el ya mencionado Arxer, director de la casa de la viuda del mismo nombre, le instó á que pasase con destino ó sin él á establecerse en Barcelona , que se estaba evacuando de franceses, prometiéndole
D. PRÓSPERO DE BOFARULL l3
grandes ventajas, como capitalista que era de dicha casa. Estas amistosas promesas y sus deseos de retirarse á un punto y destino que pudiese proporcionarle una vida tranquila y filosófica y acabar sus días con sosiego y sin remordimientos, le determinaron á instar la soli- citud para la plaza de archivero, que le fué conferida por Real orden de la Regencia en 22 de Abril de 18 14, en consideración á su acreditada instrucción y distin- guidos méritos y servicios.
Mientras las tropas francesas acababan de evacuar Barcelona y las demás plazas que aun ocupaban en Es- paña, el deseado Fernando había regresado de su cauti- verio, y apoyado por el ejército , trataba de derribar la Constitución proclamada en Cádiz por las Cortes cons- tituyentes. A consecuencia de estos amagos, suspendió Bofarull su viaje á Barcelona hasta que se despejase el horizonte político, que no tardó mucho, pues hallán- dose el Rey en Aranjuez á mediados de Mayo, se publi- có el memorable decreto que había firmado en Valencia el 4 del mismo mes, derogando el Código Constitu- cional; y no fué éste sustituido, como se prometía, por otro más sensato, digno de la España regenerada, que hubiera podido calmar, sino satisfacer las aspiraciones de una parte de las clases cultas y acaso prevenir las tormentas que de lejos amagaban.
Al día siguiente de la entrada del Rey en Madrid, viendo nuestro Próspero anulada la gracia que le había hecho la Regencia, á causa de ser posterior á la entrada <^e S. M. en España, determinó presentarle una solici- ^^d, y el Rey por hallarla fundada, y también por recor- <^3r, según su costumbre, el apellido de Bofarull que había conocido en Reus, le confirmó el destino por Real orden de 22 de Mayo.
Despidióse de la corte sin ánimo de volver á visitarla, y con el único sentimiento de separarse de su bienhe- <^hor, el Conde de Altamira, y de su amigó y maestro Ferrer, el cual se mostró admirado de que se contenta- se con un destino de tan cortos emolumentos. Encon-
14 VIDA Y ESCRITOS DE
tróse en Lérida con una muía y mozo enviada por los monjes de Poblet, y después de haberlos visitado, pasó á Reus, pisó el umbral de la casa paterna, y vio á su cariñosa y anciana madre asida de su cuello y estrechán- dole contra su corazón , que latía de gozo á la par del suyo, y á todos los hermanos y sobrinitos abrazándole, besándole y derramando lágrimas de alegría que les causaba verle colocado después de tantos años de ausen- cia y de una guerra tan desastrosa con ruina de su patrimonio.
Tomó posesión del archivo el 12 de Agosto del mis- mo año, al principio muy mal auxiliado, mas por for- tuna llegó de prisionero de guerra su hermano D. Juan, que deseoso de abandonar la carrera militar y de vivir al lado del que miraba como segundo padre, solicitó y obtuvo la plaza de oficial mayor del archivo , á cuyo servicio se consagró desde entonces. Miraba en él Bofa- rull un sucesor celoso, tanto por lo que tocaba al archi- vo, como respecto á la familia; pero Dios que frústralas vanas esperanzas de los hombres, arrebató prematura- mente á este hermano de la tierra, después de muchos años de padecimientos y dolores sufridos con heroica resignación, exhalando su último aliento con el nombre de su hermano y su sobrino en la boca , en prueba del amor que les profesaba.
A pesar del respeto sumo con que miraba Bofarull las obligaciones del matrimonio , hallándose á la edad de 36 años y en posición desembarazada, resolvió con- traerlo, después de maduras reflexiones, con una seño- rita de la familia de Sartorio, familia con la cual había contraído suma intimidad en Cádiz, sin que mediase con su futura esposa otro compromiso que el oficio de amigo y de consejero que con ella se había impuesto.
Fué con gran satisfacción recibida la propuesta, y efectuóse por poder el enlace en Cádiz en 17 de Marzo de 181 5 , día en que la casa de Arxer quebró en Barce- lona , y en que, á más del disgusto propio, tuvo Bofa- rull el de verse obligado á intimar á la infeliz viuda la
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ruina total de SU familia. Pasó dos días muy amargos^ pero se conformó muy pronto y no tardó en consolarse al arribo de su esposa.
Comenzó desde aquel punto aquella vida invariable y sosegada, dedicada por entero, sin exceptuar un pensa- miento ni un minuto, al archivo y á la familia (i). Amargóla es verdad la muerte de su madre , acaecida en Marzo de 1816, poco antes de haber tenido la satisfac- ción de recibir en sus brazos á su recién nacido primo- génito, que tanto amó durante toda su vida, y por el cual «bendijo de todo corazón la Providencia, supli- cándola que derramase sobre él sus bendiciones, y vo- lándole el nombre misterioso de Manuel , que le recor- dase sin cesar su principal obligación en este mundo. » A las satisfacciones de familia, que compartía con su esposa y hermano , se agregó por entonces la llegada á Barcelona del P. M. Fr. José de la Canal , religioso agustino, y continuador de la España Sagrada de Fló- rez, con el cual contrajo desde el primer momento la más íntima amistad y de quien recibió después señala- dos favores.
(O Hallamos en este punto de la autobiografía un episo- dio de carácter agraciado pero triste en suma. «En la prima- vera de aquel año, dice á su hijo, vino á visitarnos tu tío materno D. Flaminio Agacino, que con tu señor abuelo, que mandaba entonces la fragata Sabina^ habían vuelto de su viaje á la Habana y Veracruz... Nos trajo una negrita (Bofa- rull que odiaba hasta la apariencia de esclavitud , la conservó para que no parase en manos de dueños que no la educasen bien) que fué la que te llevó en brazos en la niñez y te estimó tanto, hasta que desgraciadamente se le trastornó el juicio obligándome á llevarla al Hospital de dementes, donde al cabo murió llorada de toda la familia , en 5 de Abril de i833 , día en que la Iglesia celebró aquel año la muerte de nuestro Señor Jesucristo, con la circunstancia de .haber recobrado en las últimas horas de su vida su juicio y de hacer la muerte del justo en brazos de su confesor el Sr. Arque's, en la misma festividad en que en 1818 había sido bautizada en la Iglesia Parroquial de San Jaime en esta ciudad. »
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Crecía en tanto la buena reputación de nuestro archi- vero,y por Real orden de 7 de Noviembre de 1818, y á efecto de los favorables informes del general Castaños, S. M. resol\r¡ó, en la vacante que ocurrió en la plaza de Juez conservador del archivo de la Corona de Ara- gón, por jubilación del regente de la Audiencia del Prin- cipado de Cataluña D. Francisco Javier de Olea que la obtenía, «que el archivero actual D. Próspero de Bofa- rull fuese el único jefe de aquel establecimiento, sin necesidad de nombrar un juez conservador, mientras aquél subsistiese de archivero , todo en atención á las particulares y muy recomendables circunstancias que concurrían en su persona , pero bien entendido que esta gracia no sirviese de ejemplar para otra alguna de su especie...»: gracia en efecto muy especial en aquellos tiempos, que probaba gran confianza del Rey en el agraciado, y éste tuvo siempre en grande estima. Mandó también S. M. que inmediatamente se destinasen del arca de tres llaves treinta mil reales vellón para remien- do y encuademación de los registros maltratados.
Ningún cambio esencial produjo en el establecimien- to la publicación del Código del año 12, efectuada en Barcelona en Marzo de 1820, pero tuvo que abando- narlo Bofarull á fines del año 2r por efecto de la epide- mia, pasando á Reus, donde se le sujetó á una penosa cuarentena en la casa de los sacerdotes Paules. Halló como siempre el mayor afecto en la familia y buenos servicios en los amigos que le estimaban por lo que valía. Allí empezó á dar ejecución al proyecto que traía en mientes para la educación de su querido hijo, en el que se lograsen las ventajas y se evitasen los defectos de la en- señanza exclusivamente privada ó pública, y que realizó del todo asociándose con otros padres de familia á su vuelta á Barcelona á principios de Enero de 1822, sin que la disminución de intereses que había experimen- tado por diversos motivos fuese parte á que ahorrase gastos en la instrucción de su hijo, que fué siempre su atención predilecta.
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Blnel año 1823, antes del cambio de gobierno, que ^^ suscitó nuevos disgustos, uno de sus inferiores subalr ^^rnos logró sorprender la buena fe del general Espoz y Wina, arrancándole á su favor los honores de archivero de la Corona de Aragón, y desluciendo con ello el decoro de su jefe. Pero éste se presentó al general con las llaves del archivo y su título y el de todos los demás subalternos, diciéndole que después de lo ocurrido, el pundonor no les permitía continuar en sus puestos. Sorprendido quedó el general de la entereza de Bofa- ruli, y al siguiente día le mandó llamar, y rasgando el escrito en que había concedido los honores de archivero al subalterno , devolvióle los títulos y las llaves, rogán- dole que volviese tranquilo á su establecimiento, y haciéndole presente que nadie está más expuesto á ser sorprendido que las personas constituidas en grandes dignidades.
Como era natural, le aguardaban desazones del mis- mo género, aunque motivadas con otros pretextos y por otras personas, después de la caída del sistema cons- titucional. En los últimos tiempos en que éste regía, llevado de su amor á los documentos históricos y de la obligación en que le constituía su cargo, de acuerdo con el respetable monje , su amigo , de quien más adelante hablaremos , solicitó , obtuvo y realizó la traslación de las amenazadas escrituras y códices del monasterio de Ripoll al archivo general. Este servicio á la orden , que tal fué considerado por la mayoría de los monjes , le valió las amenazas y diatribas de alguno de aquellos hombres apasionados que confunden la imprudencia con el celo. Bofarull se disponía á contestar con grande entereza á las acusaciones que , según fundadamente creía, le amagaban, pero su buena fama pudo más que las asechanzas de sus enemigos. Contábase entre estos un oñcial del archivo , cuya traslación , contra su natural benignidad y tolerancia y por razones poderosas, se vio obligado á pedir al Gobierno , el cual le calumnió de tal manera en varias representaciones y anónimos dirigidos
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al Ministerio, que fué precisa la intervención de sus amigos, y en particular del Maestro La Canal, para con- servarle en su puesto.
Continuó desde entonces mereciendo los favores del Gobierno, en especial desde la venida de Fernando VII á Barcelona para apaciguar el levantamiento del año 1827. En aquella ocasión pudo el Rey enterarse por sí mismo del brillante estado del establecimiento. Visitóle el i5 de Diciembre de dicho año, y ocurrió en esta visita un incidente que Bofarull se complacía en recordar y que no mencionaremos por cierto como acto de peligrosa entereza , pero sí como muestra de un ánimo seguro y exento de servilismo. Por Reales órdenes que rigen to- davía, está prohibida la introducción de lumbre en el archivo de la Corona de Aragón, conminando á los contraventores con ciertas penas civiles y aun eclesiás- ticas. El rey Fernando en el indicado día, al atravesar el patio de la Audiencia en dirección al archivo , encen- dió un cigarro, mas el archivero le opuso que si el Rey no le dispensaba del cumplimiento de aquellas órdenes, no podía consentir que S. M. penetrase con el cigarro encendido. Fernando se sonrió , y arrojándolo al patio exterior, entró en aquel rico depósito que favoreció constantemente. Mandó después á su ministro que ma- nifestase al archivero lo satisfecho que había quedado de la visita, y el ministro le indicó amistosamente que pi- diera una gracia , de lo que él se abstuvo. En adelante le distinguió el Rey con su afecto, chanceándose con él las pocas veces que se presentó á besarle la mano y preguntándole por las escobas y regaderas que le había mostrado el archivero, diciéndole que aquella era la base de la conservación de las riquezas que custodiaba. Los seis años siguientes hasta el 33 pasaron apacible- mente para Bofarull, atareado, primero en la edición de la Crónica de Cataluña por Pujades, que emprendió con D. Félix Torres Amat, después obispo de Astorga, y el canónigo D. Alberto Pujol, y luego en la Vindicta de los Condes de Barcelona, mientras se ocupaba asi-
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duamenie noche y día en dirigirlos estudios de su hijo. A mediados del 33, emprendió un viaje de familia en compañía de su buen amigo La Canal, llegando á Madrid á primeros de Septiembre, y siendo recibido con singu- lares demostraciones de afecto por parientes y amigos, y con mil obsequios por los compañeros de la Academia de la Historia y personajes de la más elevada categoría, y en particular por el conde de Ofalia, entonces minis- tro de la Gobernación , que se declaró patrocinador de su obra. Pero la muerte del monarca, acaecida el 29 de Septiembre, la guerra civil que empezó á estallar de allí apoco, y sobre todo algunos disgustos de familia le precisaron á regresar á Barcelona, y salió de Madrid sin otro resultado que crecidos gastos, pasando á Reus, donde trató de aliviar las desazones de su tío D. Fran- cisco Freixa y de Veciana. Empezó desde entonces para Bofarull una de las épocas más agitadas de su vida. £1 cólera, que invadió Barcelona en el año 34, le obligó á establecerse en los Capuchinos de Gracia , desde donde bajaba todos los días á trabajar en el archivo; y le arre- bató á un excelente empleado subalterno. El año 35 empezó con la larga enfermedad del tío poco ha nom- brado, que le precisó á pasar en Reus algunos meses, durante los cuales al sentimiento por los padecimientos del enfermo, se agregó el despego de algún deudo y la consideración de los próximos pleitos y enemistades que iba á ocasionarle la herencia que Freixa se había empeñado en dejarle, en muestra del cariño que le pro- fesaba y premio de los servicios que como abogado y pariente le debía ; herencia que trató Bofarull de renun- ciar después de la muerte acaecida á poco, y que sólo aceptó por indicárselo como un deber el íntegro D. Joa- quín Rey. El peligro que había corrido su hijo pasando á manos de facciosos en un viaje de Cervera á Barcelo- na , se agregó á las indicadas causas para atacar la salud de Bofarull, que cayó en un abatimiento de que jamás llegó á recobrarse del todo , y del que le levantó un tanto la solicitud de su esposa, señora de mucho ánimo
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y talento. Contristaron en gran manera su espíritu los horribles excesos de que fué testigo Barcelona aquel año de 1837, pero el tiempo y la reflexión repararon algún tanto sus fuerzas , y pudo dedicarse, aunque á duras penas, á recoger los preciosos archivos de los mo- nasterios de San Cucufate del Valles, San Pablo, y los códices de Ripoll y otros con que enriqueció el general, y á emprender la impresión de los Condes vindicados que le instaban todos sus amigos, pero que ya por las circunstancias de los tiempos, ya porque una puntillo- sa dignidad le impedía dar ciertos pasos que suelen dar los autores de libros (según le indicaba su amigo el señor Torres Amat, sin exceptuarse á sí mismo) , estuvo muy lejos de ser favorable á sus intereses pecuniarios, sin embargo de que S. M. la Reina Gobernadora se dignó disponer que se publicase bajo sus Reales auspicios , y de que por mediación del mismo amigo y de D. Mar- cial Antonio López , administrador de los estados del duque de Osuna, este noble señor contribuyese gene- rosamente á pagar el coste de la obra.
La política le reservaba nuevos disgustos. Habiendo sido propuesto , á pesar de su constante retraimiento, para senador por una gran mayoría el día 4 de Noviem- bre de 1837, aunque consiguió evadirse de la elección del Gobierno, valiéndose de sus relaciones en la corte, tuvo á poco que resignarse á entrar en la Diputación Provincial de Barcelona, para cuyo partido resultó ele- gido el día 10 de Diciembre del mismo año. En vano representó con insistencia al Gobierno superior que le dispensara de aquel cargo público que el reglamento del archivo le impedía desempeñar, pues la superiori- dad desoyó sus representaciones, y aun su edad avanza- da le acarreó la más pesada carga de la vicepresidencia de aquel cuerpo popular. Su carácter pundonoroso nó le permitía ejercer un cargo á medias y se le vio procu- rar el bien de sus representados, sin dejarse arrastrar por el espíritu de partido que andaba entonces muy des- atentado en España. Es bien sabido cómo se exacerbaron
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las pasiones en 1840, al estallar el movimiento de Sep- tiembre, y cómo cesó tumultuariamente la Diputación de que Bofarull era el decano. Esta casual circunstancia y la de ser entre todos sus individuos el único empleado del Gobierno, le constituyó en blanco de las iras de los más ardientes del partido que acababa de entronizarse.
En 9 de Octubre la Junta provisional de gobierno de la provincia de Barcelona acordó separarle del destino de archivero, y si bien en el seno de esta Junta enmu- decieron labios que por gratitud debieron defenderle, también se levantó un hombre de un carácter decidido y de corazón recto que no quiso autorizar con su nom- bre tal injusticia, y se separó de aquélla al mismo punto. El público sensato y aun muchas personas bien comprometidas en aquel movimiento, se declararon abiertamente contra la tropelía que, sin embargo, se llevó á cabo.
Su delicadeza no le permitió protestar del injusto despojo, y el día i3 de Octubre dejó su puesto, dando parte de lo ocurrido al ministro de la Gobernación, re- cordando sus méritos y conducta y sus 26 años de servi- cio , y ofreciendo, al retirarse á la vida privada , hallar- se siempre pronto para desvanecer cualquiera calumnia con que la malicia hubiese pretendido empañar su honor como funcionario público ó su conducta como ciudadano particular. Descansaba en el testimonio de su conciencia, y confiaba en que el Gobierno se apresu- raría á reponerle, pero se engañaba, y el desengaño que experimentó entonces fué, según confesaba franca- mente, el que más le afectó en su vida.
Como consideró siempre un despojo su injusta sepa- ración, no quiso jamás practicar acto alguno que, por insignificante que fuera , pareciese reconocer la deter- minación de la Junta, autorizada hasta cierto punto por el consentimiento tácito del Gobierno, y por lo mismo se privó de los derechos de cesantía , que de rigor de justicia le eran debidos, no percibiendo un solo mara- vedí del Estado en los tres anos y cuatro meses que es-
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tuvo separado de su destino. Como el producto de su patrimonio era entonces escaso, antes de decidirse á esta abstención, había consultado á su familia, la cual ofre- ció con gusto el sacrificio de su mayor comodidad para que él conservase su dignidad y decoro.
No paró aquí la entereza de Bofarull , sino que ha- biéndole indicado diferentes amigos en distintas ocasio- nes que solicitase su reposición con la cual contaban, contestó siempre que si el Gobierno consideraba injusta su separación, en su mano estaba repararla, y que según su propio juicio tal era su deber. Así se negó á las amistosas instancias de D. Francisco Brocea , que puesto de antemano de acuerdo con el ministro de Ha- cienda D. Pedro Surrá, escribía al hijo de Bofarull en 2 de Octubre de 1841 : «Por Dios vea V. que su señor padre envíe lo más pronto posible la reclamación que se pide, y atienda V. que es reclamación y no súplica, pues si ésta hubiese debido ser, no la aconsejaría yo al delicado y pundonoroso D. Próspero (1).»
(1) Véaselo que sobre este asunto le decía en 1844 Mr. Tiran , autor de un Parangón del Archivo general de la Co- rona de Aragón y el de Castilla en Simancas , desde el cual escribía: «Permettez-moi de saisir cette occasion pour vous féliciter, Monsieur, ou plutót pour féliciter votre gouverne- ment, votre pays, d'avoir songé a reparar la honteuse injusti- ce dont vous aviez été victime. La premiare nouvelle de votre réinstallation me fut donnée au Ministere de la Gobernación par D. Antonio Gil y Zarate , chef de la section des établisse- ments scientifiques et littéraires, et je fus heureux de cet événement, comme d'un bonheur qui m'eút été personel. A diverses fois nous avions parlé avec M. Martin Navarrete, et avec les nombreux amis que vous avez parmi vos collégues de TAcadémie de rHistoire du brutal arbitraire qui vous avait enlevé a vos fonctions; mais aprés plusieurs protestations adressées au Gouvernement en votre faveur et toutes demeu- rées sans succés, ils n'avaient autre chose á faire que de gemir en silence. — Aujourd'hui, l'esprit plus tranquille, faites en sorte de donner au public un ouvrage historique , frére de vos Comtes de Barcelone, Ce serait pour vos ennemis un re-
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En medio del disgusto que el silencio del Gobierno le causaba , estos testimonios continuos de buena amis- tad por parte de hombres de todos los partidos, le eran en gran manera satisfactorios, y muchas veces le arran- caban lágrimas de agradecimiento. Mas no se concretó á la separación del archivo la persecución de que fué víctima, sino que su casa fué allanada á media noche por los agentes de la llamada Junta de Vigilancia , en el día 29 de Octubre de 1841, viéndose obligado á refu- giarse en su solitaria casa de campo y á separarse de su familia. Pero en aquellas soledades de que tan buenos recuerdos guardaba , su espíritu se fué tranquilizando paso á paso, y entregado á sus habituales prácticas reli- giosas, á sus meditaciones filosóficas y á las observacio- nes agrícolas que siempre le fueron gratas, llegó á olvi- dar los desengaños del mundo y á vivir sólo para los suyos que de vez en cuando le visitaban. La ociosidad forzosa á que se le había condenado la empleó en mejo- rar su patrimonio , y en madurar planes de publicacio- nes literarias que más adelante llevó á cabo. Escribía desde aquel punto á su familia: «Si no están aún satisfe-
mords de plus , et un titre nouveau á la reconnaissance des esprits studieux.»
Véase también lo que sobre el mismo punto dice en su obra ^e la Instrucción pública en España D. Antonio Gil y Zarate, director general que ha sido de este ramo. — Madrid i855. — Tomo III, pág 365. «Deudor de su bien entendido arreglo y de la fama que en toda Europa tiene, es este archivo (de la Corona de Aragón) al ilustrado D. Próspero de BofaruU que ha estado al frente de él durante muchos años. El espíritu de partido que debiera respetará hombres de esta clase, ajenos por otra parte á las luchas políticas, había separado á tan in- signe varón, en 1840 , del puesto modesto donde tan grandes servicios hiciera. En 1844, al encargarme del ramo de Ins- trucción pública, creí deber mío proponer la reparación de este agravio hecho á la ciencia no menos que á la persona, y ssi se acordó por el Sr. Ministro Pidal. Agobiado de años, pidió al fin su jubilación, habiéndole reemplazado su hijo ^•Manuel.»
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chos esos hombres, que hagan de mí lo que quieran; y(^ les perdono, y sólo deseo que me dejen en paz en ua rincón con mi filosofía. Lo siento únicamente por vos- otros y por los infelices á quienes podía antes favorecer en sus necesidades. »
Entretanto fué amortiguándose insensiblemente el ar- dor de las pasiones políticas , y pudo Bofarull , al cabo de algún tiempo, volver si no á sus antiguas ocupacio- nes , al hogar doméstico , al seno de su familia y al lado de sus buenos amigos. Con el cambio político de 1843, volvieron á sus destinos los empleados separados tres años antes. Nadie más digno que Bofarull de esta repa- ración, y así, en 12 de Enero de 1844, S. M. la Reina le repuso espontáneamente en su plaza, «esperando [dice la Real orden) que continuará en tan interesante punto dando pruebas del celo y laboriosidad que tanto tiene acreditados, siendo sus nuevas tareas útiles al pre- cioso establecimiento que está puesto á su cuidado y á los progresos de nuestra historia que ha contribuido á dilucidar con sus escritos. » Una cosa notable hay que consignar aquí, y es que el único destino que en Espa- ña quedó vacante en tan largo período fué el de archi- vero de la Corona de Aragón, dotado con 18.000 rs. , ya porque se respetase la memoria del caído , ya porque se consideraba imposible su reemplazo: hipótesis ambas que le honran igualmente.
Bofarull volvía á renacer en su archivo , y no olvidó por cierto los encargos que su Reina le había hecho al reparar la injusticia de que había sido víctima , confor- me demuestran los partes que elevaba al Gobierno de las adquisiciones y trabajos que constantemente realiza- ba y la Colección de documentos inéditos que comenzó á salir á luz en 1847. Desgraciadamente estos debían ser los últimos esfuerzos de su ardiente celo, y aquella naturaleza tan robusta y aquella voluntad tan decidida hubieron de ceder al peso délos años y al efecto de los disgustos pasados, á que se agregó la prematura pérdida de su esposa, causas que agravando sus acha—
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ques y debilitando de un modo extraordinario su siste- ma nervioso, le dieron agudísimos dolores que no le abandonaron ya en el resto de su vida. Así es que el 26 de Enero de 1847 se vio precisado á recurrir á S. M., solicitando la gracia de un coadjutor competentemente autorizado, de recomendables cualidades y de toda con- fianza, que compartiese con él las atenciones de su des- tino, así como lo habían conseguido varios de sus antecesores, y tomando ejemplo de algunos de estos, indicó la persona de su hijo, empleado ya en el archivo desde el año de i83o,y cuyos estudios y ocupaciones había él encaminado desde largo tiempo para llegar á verle digno sucesor suyo. La Reina accedió á la súplica de su buen servidor, y en 23 de Abril inmediato nom- bró al hijo subarchivero y coadjutor del padre.
A este alivio de sus trabajos se agregó la satisfacción del sucesivo aumento de su familia , á efecto del enlace antes contraído por su hijo con una señorita que llegó á ser otra amantísima hija suya, y la de ver asegurado el porvenir de la misma con el triunfo más completo alcanzado en el litigio fallado á su favof en 14 de Enero de 1845 ; con lo cual se tranquilizó más y más su espíritu hasta vivir contento en medio de sus tareas literarias y con la vigilancia y educación de sus nietos, que constituían todas sus delicias y cuya sola vista bas- taba á veces para mitigar sus acerbos dolores. Muy á menudo sosteniéndoles con sus mal seguros brazos y sentados en sus trémulas rodillas, les explicaba pasajes del Evangelio, les enseñaba oraciones y les refería cuen- tos morales, ó bien les hacía leer el Espíritu de la Biblia ó la Vida de Jesucristo, como había hecho con su hijo treinta ó cuarenta años antes. Quiso que la edu- cación de su nieto primogénito, que había sostenido en la pila del bautismo, corriese exclusivamente á su cargo, y era de ver el esmero con que siempre atendía á que ni siquiera lo más insignificante le faltase.
Mientras sus débiles fuerzas lo consintieron no dejó de asistir con puntualidad al archivo, descansando en
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el brazo de su hijo ó de alguno de sus buenos oñciales, que le querían como padre, y aun después de su jubila- ción bajaba de vez en cuando á contemplar de nuevo el rico depósito que sus manos habían ordenado y su buen juicio utilizaba aún en beneficio de la historia patria. Compartíase su tiempo entre la oración y el tra- bajo , y no puede decirse que el último terminó en un día señalado^ sino que fué extinguiéndose paulatina- mente á medida que se amortiguaba la luz de sus facultades.
Viéndose imposibilitado de asistir con regularidad á la oficina en 3o de Septiembre de 1849, solicitó la jubilación y el nombramiento de su hijo para la vacan- te, y la Reina volvió á acceder á «us deseos en 26 de Noviembre inmediato, si bien conservándole el cargo de Cronista de Aragón y Director de la Colección de do- cumentos inéditos del archivo, y el último día del mis- mo año tuvo la satisfacción de entregar á su hijo las llaves de aquel rico depósito que había custodiado por espacio de 35 años, recordándole en aquel acto el si- guiente verso: Tu longe sequere et vestigia semper adora; en lo cual no se ha de ver una jactancia bien impropia por cierto de su carácter, sino una amistosa recomendación al que le sucedía : recomendación de seguir las huellas de su antecesor que le hizo también la Reina en una inmediata Real orden, en contestación al parte detallado de los trabajos hechos en el estable- cimiento remitido por el venerable archivero al dejar su cargo. El i.° de Diciembre de i853 pudo también asistir, apoyado en el brazo de su hijo, á la solemne inauguración y apertura del nuevo local del archivo, que, según sus antiguos y vivos deseos, fué el que había sido palacio de los Virreyes de Cataluña,
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Dase por primer origen de este archivo á la célebre acta de Aquisgrán en que Carlomagno sentó las bases de la legislación de nuestro país y de la cual mandó depositar una copia en el palacio de los Condes gober- nadores. Mas es lo cierto que los primeros documentos conservados fechan de la época en que, ya quebranta- do el imperio carlovingio, dio lugar á la independencia masó menos completa délos magnates feudatarios, y origen á las modernas nacionalidades, siendo menos escasas de lo que pudiera creerse las escrituras concer- nientes á nuestros primeros condes hereditarios. Más abundantes todavía entre los últimos príncipes de Cata- luña, se acrecienta su número extraordinariamente en la época de los primeros monarcas aragoneses, hasta que muy en breve se presentan los copiosos registros que, destinados al principio á toda clase de documentos, no tardan, á efecto de la mayor complicación administrati- va y de la agregación de nuevos estados, en dividirse en varias clases , cuyo título determina, ora la materia que contienen, ora el país á que se refieren.
Por fin , en el siglo xiv vemos establecido por Don Pedro el Ceremonioso , el oficio si no el título de archi- vero. Más y más enriquecido el precioso depósito du- í'ante la siguiente centuria , algo olvidado bajo la casa ^e Austria, más atendido en el siglo pasado, ha logrado en el nuestro grandísimas creces, ya por natural heren- cia de otros depósitos destruidos, ya por la debida ad- quisición de escrituras que estaban bien ó mal custodia- bas, pero que trasladadas al archivo aragonés se han hallado como en su casa paterna Así no es de extrañar ^ue en un discurso (i) relativo á esta materia, del cual extractamos estas noticias y que respira un vivo entu- siasmo hereditario por los documentos históricos, se nos ^iga que custodia dicho depósito todas las actas del go-
(i) Memoria leída en la abertura del Archivo General de la Corona de Aragón, por su archivero D. Manuel de Bofarull y de Sartorio, el día 18 de Diciembre de i853.
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bierno de nuestros monarcas, considerados como Con- des de Barcelona y Reyes de Aragón, en 18.628 escritu- ras en pergamino y 6.388 volúmenes ó registros de cancillería; el no menos copioso archivo de la antigua Generalidad de Cataluña; los 2.1 58 entre legajos y li- bros de lo actuado por el antiguo Consejo de Aragón» en los siglos xv, xvi y xvii; las escogidas colecciones de bulas Pontificias, de cartas Reales y papeles sueltos, de procesos de las antiguas cortes, de visitas y de con- clusiones de la antigua y moderna Audiencia; la an- tigua Legación española en Turín y Genova; las actas y registros de la Junta Suprema y Superior de Cataluña durante la guerra de la Independencia; la parte históri- ca y diplomática de los más célebres monasterios supri- midos de esta provincia y mil otros tesoros literarios que fuera enojoso individualizar. Leída esta reseña se comprende cómo el inagotable depósito, después de haber dado materia á los trabajos históricos de Pujades, Zurita, Carbonell, Marca, Diago, Monfar, Monea- da, Tarafa, Feliu, Flórez, Risco, Branchat, Ribera, Aguirre, Sans, Villarroya, Caresmar, Villanueva, Cap- many y otros, sin contarlos más modernos, conserve todavía un gran número de riquezas intactas.
Al tomar Bofarull posesión de este gran depósito en 1 8 14, lo encontró en el mayor abandono y desorden, cubierto con una vara de polvo, plagado de insectos, salamanquesas y ratones que lo devoraban, sin mesas, tinteros, sillas, ni oficiales, ñi portero que le auxiliasen en sus primeras é indispensables tareas. Contaba que al primer aspecto quedó hundido en el mayor abatimiento y le saltaron algunas lágrimas, excusable momento de debilidad que borró con 40 años de trabajo. Nombrá- ronle interinamente auxiliares á dos oficiales, el uno, aunque honradísimo, de muy cortos alcances y entrado ya en años, y el segundo continuamente ocupado en otra oficina. Con la ayuda del primero y de un mozo de confianza , después de haberse empapado de todas las Reales cédulas, órdenes y reglamentos que pudieran ser-
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virle para marchar con acierto en la dirección del esta- blecimiento, empezó la limpieza y arreglo de aquellos preciosos papeles que se hallaban amontonados sin orden ni concierto alguno en las salas, y después de haberlos limpiado , sacando de ellos carretadas de basu- ra, gusanos y polilla^ comenzó el arreglo cronológico aproximativo. Los primeros oficiales en que recayó el nombramiento del Ministro fueron hombres entera- mente nulos y de tan mala conducta que concluyeron por penados, pero más adelante se proveyó la plaza de oficial mayor en el hermano del mismo archivero, D. Juan, de quien hemos hablado, y que, á pesar de sus dolencias, hizo mucho por el arreglo del estable- cimiento, y sucesivamente entraron en la oficina otros á cual más dignos y aprovechados, que á los necesarios conocimientos han añadido la circunstancia , poco me- nos que esencial , de hablar como lengua materna la en que se escribieron ó de que se tradujeron en mal latín la mayor parte de los documentos custodiados.
No le bastaban á Bofarull las cinco horas obligatorias de asistencia diaria , sino que en el archivo pasaba todas las del día , despreciando los rigores de una y otra estación y no dejando los documentos manuscritos sino para tomar los libros históricos que debían servir para su inteligencia y coordinación. Difícilmente pudiéra- mos dar una idea más completa de su trabajo que copiando cuasi entero el parte que remitió al Gobierno ^1 desprenderse «con tanta emoción como tranquila conciencia» de la dirección del establecimiento, y donde todos sus actos como archivero están resumidos con I3 mayor precisión posible y expuestos sencillamente como hechos incuestionables: documento por otra parte ^n gran manera instructivo, ya como estudio de los archivos en general, ya como especial noticia del de Barcelona:..,.. «Después de sentar las tres esenciales y únicas bases de conservación^ orden é indicación sobre que debe establecerse el perfecto arreglo de lodo archi- vo, di principio, sin más que un oficial bisoño y dos
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mozos de confianza , á la limpia y expurgo general y. escrupuloso, repetido por dos veces consecutivas, de todos los papeles y estancias del establecimiento, duran- te las cuales mandé al carpintero arreglar económica- mente con toscas y usadas maderas las estanterías , en forma de gradería para mayor comodidad y limpieza, colocando luego en ellas todas las existencias, que dividí en tres clases, á saber: i/^ de escrituras en pergamina sueltas, por ser las más antiguas; 2.^ de tomos ó matri- ces de registros de la Cancillería de los monarcas de Aragón, por ser las más interesantes; 3.^ de escrituras, códices y demás papeles sueltos, que hallé en gran nú- mero dispersas y hacinadas por las salas altas, á las que di desde luego la numeración corrida de r.", 2.\ 3.*^ y 4.% dejando el gran salón y las demás estancias bajas para más adelante.
»En la I.* sala, después de fatigosas operaciones y examen consiguientes, quedaron clasificadas y colocadas definitivamente, cual se hallan en el día, por el orden monárquico-cronológico que previene el descuidado reglamento del año 1754, 17.333 escrituras en perga- mino sueltas, rolladas, numeradas, legajadas y carpe- tadas, con expresión del legajo, año, número y monarca á que pertenecen, extendiéndose las de esta sala desde la más antigua del archivo, que es del año 844, y está apli- cada á la colección del primer conde soberano de Barce- lona D. Vifredo el Velloso , hasta la última de la co- lección del rey D. Martín de Aragón, que data del año 1410.
»En esta misma sala, y bajo igual orden, quedaron también colocados, marchando de izquierda á derecha, en las estanterías y volúmenes numerados, 2373 regis- tros ó matrices de cancillería , desde el reinado de Don Jaime el Conquistador^ que estableció esta práctica con la del uso del papel en su curia el año i238, hasta el fin del reinado del referido D. Martín inclusive. Posterior- mente se han colocado también en esta sala , á medida que los ha ido concluyendo la oficina, 28 tomos en
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folio mayor con miles de traslados en descifre, autoriza- dos por tní, de los pergaminos originales que dejo citados y según previene el reglamento vigente. Una tabla sinóptica en un marco con un cristal y fijada en el centro de la sala, expresa el número de la grada en que están colocadas las escrituras y registros de la colección cronológica de cada soberano.
»Pasé luego al arreglo de la 2.* sala, y en continua- ción cronológica de la I.* coloqué en ella, sin la menor discrepancia de método , todas las escrituras en perga- mino y todos los registros de cancillería pertenecientes á los reinados sucesivos al de D. Martín, desde el de D. Fernando I el de Aniequera, en 141 1, hasta el señor D. Felipe V, en el que concluyen en este archivo general estas dos clases de escrituras, por haberse exten- dido á Cataluña la ley y uso del papel sellado, y por haberse remitido al archivo de Castilla en Simancas , con poca previsión, todos los papeles de cancillería de esta antigua Corona, cuando la extinción de su Consejo Supremo por el Sr. D. Felipe V, en 29 de Junio de 1707, conforme lo manifesté á V. E. en mi reclama- ción de 29 de Septiembre pasado. Se colocaron además en esta 2.* sala todos los registros de los interregnos ó gobiernos intrusos del príncipe D. Carlos de Viana, de Luis XIV de Francia y los del archiduque Carlos de Austria, durante la guerra de sucesión, y finalmente las escrituras en pergamino mutiladas y consumidas y las stn fecha pertenecientes á los reinados de D. Jaime I y ^' Alfonso II que no cupieron en la i.*. La tabla sinóptica de esta 2.'' sala marca la existencia de 3745 volúmenes ó registros y de unas 2498 escrituras en per- gamino sueltas.
^Concluidas estas tareas dispuse que la oficina fuese formando unos estados ó inventarios cronológicos arre- glados á la actual colocación de las existencias de estas dos salas, combinándolos con las reseñas ó plúteos de cuando los índices antiguos de este archivo las citaban por el confuso y complicado método de estancias, arcas,
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armarios, sacos, letras y números; y á principios del año 1820 y en los siguientes tuve ya la satisfacción de remitir á las secretarías de Estado y de la Gobernación de la Península , con mis respectivos partes reglamenta- rios, un curioso y gallardo testimonio de los seis tomos en folio mayor, á que se extienden estos nuevos inven- tarios, con aceptación y elogios extraordinarios y repe- tidos del Sr. D. Fernando VII, á cuyo soberano debe este archivo su casi completa restauración y en especial estas dos interesantes salas , de las que se han renovado, en virtud de subsidios extraordinarios y de los ordina- rios de esta oficina de encuademación y remiendo, pa- sados de 3.000 registros maltratados y muchos casi con- sumidos.
«Ordenadas así en estas dos salas las dos primeras clases de escrituras en pergamino sueltas y de registros de cancillería, y puesta en marcha su restauración, en- cuademaciones, rotulatas é inventarios por estas ofici- nas, para descender progresivamente á la formación de sus índices razonados y alfabéticos^ que es el último término del buen arreglo de los archivos, me dediqué al examen de las existencias de la S."* clasificación gene- ra], que dio el resultado de una inmensidad de papeles ó escrituras antiguas sueltas, maltratadas y desorde- nadas, muchos libros y legajos en el mismo estado y un crecido número de bulas pontificias originales con- cedidas á los monarcas de Aragón. Pero como en el detenido examen que luego practiqué de los papeles sueltos se me presentasen muchas cartas Reales origina- les expedidas por la cancillería y no pocas autógrafas diplomáticas y familiares de varios soberanos, prínci- pes, prelados, princesas y otros personajes del propio y distinto reino escritas en latín, lemosín, castellano, fran- cés, árabe y otras lenguas, idiomas y caracteres difíci- les, conociendo la importancia de estos preciosos y ol- vidados documentos, concebí y realicé desde luego la idea de formar de todos estos papeles una colección general con título de Cartas Reales (aunque en rea-
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lidad no todas lo sean), arreglándola cronológicamente por años, meses, días y reinados, y colocándola en fundas de pergamino, rotuladas desde el núm i.*^ hasta el i56, y poniéndola en la i." gradería de esta S."* sala.
»Se colocaron también en ella 5o procesos de canci- llería de las antiguas cortes por estamentos, á los que agregué posteriormente otros 142 del archivo de la antigua Diputación , con objeto de reunir y preparar materiales para la Colección diplomática que estoy pu- blicando de orden de S. M.; 126 libros sentencieros ó de conclusiones civiles acordadas y i5 Provisiones de la antigua Real Audiencia del Principado de Cataluña, arreglados cronológicamente, restaurados y después in- dicados por orden alfabético, formaron otra colección no menos interesante para el sostén de los derechos de muchas familias; 56 procesos ó causas célebres de Estado maltratadas y diseminadas dieron materia para otra colección importantísima; 5 volúmenes destroza- dos y restaurados délas antiguas veguerías ó distritos judiciales de Cataluña, formados en el reinado de don Jaime II, me sugirieron la idea de otra útilísima colec- ción; 9 de ventas hechas por ejecución de corte me facilitaron otra; 12 de vistas de la antigua Real Audien- cia; II de procesos de greuges y contrafueros, 45 de li- aros de la tabla verde ó productos del Real sello, i3 de códices curiosos manuscritos y 19 de códigos idem, 179 voluminosos procesos del antiguo Consejo de Aragón, y finalmente 858 bulas pontificias originales me dieron '^sterial para arreglar otras tantas colecciones que, des- pués de aseadas, ordenadas cronológicamente, restaura- bas y encuadernadas ó resguardadas en fundas de perga- mino, se colocaron en esta 3.* sala por el orden que ma- nifiesta su tabla sinóptica y los estados que se formaron.
»En la misma se colocaron posteriormente, después de ordenados y rotulados, 120 libros y ligazas de actas, oficios, expedientes y otros papeles de la Junta suprema y superior de Cataluña, durante la guerra déla Inde- pendencia , que reclamé y me entregó el Excmo. Señor
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3s VIDA Y ESCRITOS DE
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D. Francisco Javier Castaños, esencialísimos para dilu- cidar la historia de aquella memorable guerra; 233 pre- ciosos códices manuscritos antiguos que pude salvar del incendiado monasterio de monjes benedictinos de Santa María de RipoU (i) y 244 idem del de San Cucufate del Valles, con todo su archivo, incluso su famoso cartula- rio ó becerro, y las bulas en papiro egipciaco que tanto han ocupado á célebres escritores: 170, que recogí del convento de San Agustín de esta ciudad, 169 del de la Merced, con sus 128 pergaminos y bulas, y finalmen- te 148 tomos en folio y tres grandes atados de papeles de la casa moneda de Cataluña, que acaba de entregar- me esta Intendencia militar conforme al inventario que tengo remitido á V. E.
»La pequeña y última sala 4.* la destiné para depósito del resto de los papeles que quedaron entonces y con- servan aún la reseña ó plúteo antiguo de estancias, ar- marios, arcas, sacos, letras y números, establecien- do, en lo posible, el orden cronológico, pero con la idea de ir aumentando con el tiempo las colecciones de la 3.* sala, á medida que la oficina pudiese ocuparse de estas existencias. Varios otros papeles más ó menos
(1) Las preciosísimas escrituras de este monasterio que Bofarull devolvió mal de su grado en 1823, fueron, según había él temido, vandálicamente destruidas en i835. La devo- lución más lenta de los códices pudo salvar un gran número que hoy custodia el archivo. Perdiéronse sin embargo algu- nos y entre ellos el inestimable Psalterium argenteum, único códice en su clase en España y uno de los pocos que se cono- cen y que sin duda fué destruido, pues no se sabe que haya parecido en biblioteca alguna nacional ó extranjera. A la no- ticia que de este códice dan Villanueva y Eguren, puede añadirse una notable particularidad que ignoran los que no la han oído de Bofarull. Limpiando éste la última página enne- grecida leyó en sus letras de plata: Pipinus Rex Francorum^ que parece no puede ser otro que el padre de Carlomagno . Aun cuando se supusiese que se trata del Pepino de Italia ó de uno de los dos de Aquitania, sería anterior al monasterio de RipoU y sin duda procedente de otro más antiguo.
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interesantes, aunque todos en general bastante maltra- tados y plagados de insectos, que sólo la constante lim- pia puede contener, como son algunos libros y procesos curiales y otros de gravámenes é infanzonías, una mul- titud de legajos en 4.** con título exterior de papeles y memoriales de las Islas, numerados cronológicamente, una porción de líos de fragmentos de escrituras de todas clases y reinados, tal cual cuaderno de cuentas délos gastos de la casa Real y diferentes otros papeles insigni- ficantes é inconexos llenaron esta sala con bastante orden para practicar en ella provechosas investigaciones con mayor ó menor pérdida de tiempo. Su tabla sinóp- tica da una idea de estas existencias.
»En el gran salón del piso bajo ocupan sus altas estan- terías y gradería provisional las adquisiciones que con mi celo y continua reclamación han aumentado y enri- quecido por mitad el volumen de papeles del estableci- miento, en los términos que describí en mi memoria ó parte dirigido á esa Superioridad en 23 de Diciembre de 1845, aííadiendo tan sólo en éste, que desde aquella fecha hasta la presente deben aumentarse á aquella re- lación las nuevas adquisiciones de escrituras, libros históricos y demás trabajos de estos laboriosos é inteli- gentes subalternos, de que he dado cuenta en mis pos- teriores partes.
»E1 despacho de archivero le dejo, Sr. Excmo., en el mismo estado que describí en aquella memoria, aunque con alguna mejora para instrucción y servicio de la de- pendencia; y hasta la oficina de remiendo y encuader- nación queda surtida de todos los utensilios más nece- sarios, con un laborioso é inteligente maestro librero á su frente.
»Las piezas ó estancias subterráneas á prueba de bom- ba quedan aseadas y corrientes para recibir en caso de un sitio todos los papeles del archivo; y dictadas todas las providencias y método que debe seguirse en este desgraciado caso, conforme se practicó en los años 1823 y 1843, cuyos expedientes remití á esa Superioridad.
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«Finalmente, en la parte de utilidad ó provecho que es el término á que se encaminan la conservación, orden é indicación de los archivos, puedo asegurar á V. E. con toda la fe de mi destino, que no hay ejemplar de que ninguna secretaría del despacho de Estado, tri- bunal, autoridad, academia, corporación ni persona particular, nacional ó extranjera^ de cuantas han acu* dido á este archivo, en tan largo período, en busca de testimonios, copias y noticias de documentos para ilustración de sus derechos y trabajos literarios, haya quedado descontento de la urbanidad y buenos servicios de esta oficina, ni del orden y aseo que reina en el establecimiento, incluso el mismo monarca D. Fernan- do VII con su augusta esposa y serenísimos hermanos, sus ministros y muchos otros príncipes, personajes y literatos eminentes que en el transcurso de los 36 años últimos le han visitado...»
Tales fueron los trabajos y tales los resultados. No es necesario en verdad que insistamos sobre estos, cuando el estado de esplendor en que dejó BofaruU el archivo de la Corona de Aragón, el archivo modelo (según la expresión usada en las Cortes por D. Laureano Figuero- la), se ha hecho ya proverbial entre propios y. extraños.
De los innumerables testimonios que de este general convencimiento pudiéramos aducir, nos contentaremos con citar uno solo, el del ilustre Salvandy, quien en una comunicación oficial se complacía en recordar que había juzgado por sus propios ojos el brillante estado del establecimiento (i).
(i) Véase más adelante en la enumeración de los títulos de Bofarull. Citaremos también, solamente por lo curioso, el homenaje hecho al archivo por otro famoso viajero. El día 26 de Junio del año 1844, Muhammed Fuad EíFendi, enviado extraordinario de S. M. el emperador de los Otomanos á la corte de España , visitó el archivo general de la Corona de Aragón eri compañía de su secretario y cuñado Kamil bey y del Sr. D. Gerardo de Souza, oficial de la secretaría de Estado, y al despedirse dirigió al archivero mayor del mismo D. Pros-
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No bastaban la solicitud y el celo incansable de Bofa- ruU para llevar á cabo su empresa , y si en circuns- tancias normales hubieran sido suficientes ordinarios conocimientos paleográñcos y cronológicos, para subs- tituir el arreglo al caos en que el archivo se hallaba, para regenerarlo , para darle vida como depósito orde- nado, se hacían indispensables profundos conocimientos históricos , laboriosas indagaciones , erudición benedic- tina, dotes que por fortuna* no las dejó embebidas en la nueva colocación de los documentos, la cual en este caso se hubiera convertido en una especie de enigma para los venideros, sino que las ha aplicado á trabajos literarios que completan la fisonomía del incomparable archivero y constituyen al eminente escritor.
La erudición catalana , cimentada por Pujades y sus contemporáneos , auxiliada por el sabio Marca que ha cejado entre nosotros la reputación no infundada de in- grato detractor del antecedente y de poco escrupuloso poseedor de escrituras, continuada en el siglo pasado
P^ro ^Q Bofarull un escrito en caracteres árabes cuya traduc-
^^^n es la siguiente : *^No consideres este sitio como una mera reunión de libros
^ ^e papeles: examínalo con detención y hallarás un tesoro ^^ conocimientos. El hombre estudioso debería visitarlo
v^^ios los días y hallaría una memoria de las huellas de pasa-
^^s tiempos.»
Muhammed Fuad, destinado por la Sublime Puerta con una
-¿^^sión especial y extraordinaria cerca de la augusta corte de
^^paña en el año 1260 de la Égira, esto es el 1844 de la Era
^^istiana, logró, entre los muchos obsequios que se le dispen-
^ron durante su residencia en la hermosa ciudad de Barcelo- ^«, el permiso de visitar su precioso archivo. Deseoso de ma- nifestar su gratitud al ilustrado individuo que lo custodia, por "^^s atenciones que en particular le mereció , y en prueba de ^\i admiración por el orden sorprendente que se observa en ^icho establecimiento , debido al celo é inteligencia del referi- do individuo , ha escrito los precedentes renglones y se los de- dica como memoria.
38 VIDA Y ESCRITOS DE
por el llamado triunvirato avellánense de Caresmar, Pascual y Puig, elevada á la esfera de la grande historia por Capmany, algo comprometida por el hipercrítico Masdeu , auxiliada de nuevo por Villanueva y Flórez, acompañada desde principios del siglo de una general cultura científica y literaria que durante algún tiempo puso á nuestra provincia en un lugar preeminente (sea esto dicho sin infundado panegirismo y sin extenderlo al tiempo presente en que*otros han andado mucho), tuvo por principal y cuasi único representante á Bofa- rull hasta días asaz recientes. Mas no para ensalzar al objeto de nuestros justos elogios, tratamos de dejar en la obscuridad, á que voluntariamente se redujeron, al- gunos de sus contemporáneos y amigos. Sin detenernos en algunos nombres modestos, conio los de D. José de la Vega , el Marqués de Capmany y otros que mante- nían con nuestro archivero interesante correspondencia histórica , no cumpliríamos con lo que debemos á nues- tro ilustre finado, si no hiciéramos, cual él se complacía en hacer, muy especial mención, de dos entendidos an- ticuarios, á quienes para brillar en primera línea, fal- taba tan sólo algún mayor anhelo de publicidad. Fué el primero D. Jaime Ripoll, canónigo de Vich, varón de honradez y simplicidad sumas y humilde por demás, que se contentaba con imprimir en hojas sueltas, en lo que él llamaba sus papeluchos, los documentos intere- santes que le venían á la mano y que acompañaba de brevísimas observaciones llenas de saber y de criterio. El otro, igual al anterior en ciencia y sin duda superior en talento, fué D. Roque de Olzinellas, retraído y vir- tuoso monje del monasterio de Ripoll, tan enlazado con nuestra antigua historia , á quien Bofarull designaba con el honroso dictado de Mabillón catalán. Con ambos siguió nuestro archivero activa correspondencia litera- ria , comenzando con el primero desde principios del año 23 y por mediación del mismo con el segundo desde el 25, con ocasión de la averiguación histórica del origen de la cofradía de Ntra. Sra. de Tárrega, si-
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gaiendo desde entonces sin interrupción especiaimenie desde 3 1 , por motivo de Ja composición de los Condes vindicados, correspondencia que en medio del eniusias- mo arqueológico, de la investigación de documentos, confrontación de firmas y discusión de fechas, respira la más franca y cordial amistad. Buenos servicios presta- ron en esta ocasión á Bofarull y á nuestra literatura his- lórica estos dos amigos, y especialmente Olzincllas, el cual al esforzar el autor de los Condes la expresión de sü agradecimiento, le contesta en el tono de la verdade- ra modestia; 11 Todo el mérito es de V. , pues si las noti- cias que yo he podido comunicarle se hubiesen fran- queado á otro, ¿de qué hubieran servido?" Para que se vea el aprecio que del libro de Bofarull hacía este sabio monje, que lo había examinado palabra por pala- bra y fecha por fecha, basta decir que al propio tiempo que por más de un motivo no deseaba ser elogiado en ella y que veía acercarse malos días para su instituto y su persona, se ofrecía á contribuir con sus entonces es- casos recursos á la publicación de la obra cuyo coste arredraba á su autor.
Fuera de un Compendio de la vida y hechos mili- tares del presbítero brigadier de los Reales ejércitos Dr. D. Francisco Rovira y Sala, coronel del primer re- gimiento infantería de linea de San Fernando, con una relación histórica de la recuperación del castillo de San Fernando de Figiieras , en la noche del 10 al 11 de de Abril de ¡Su, obra qtie quedó manuscrita y de que no conocemos más que el título , y de las varias oracio- nes que pronunció como presidente de la Academia de Buenas letras y cuya materia se halla íntimamente enla- zada con el objeto de sus habituales estudios (i), todos los trabajos literarios de Bofarull se refieren, directa-
(i) Leyó también en la Academia una memoria en que sí trataba del modo de utilizar los documentos, de los cuale; decía que no hay uno por insignificante que parezca , de quí DO se pueda sacar algún dato (un nombre, una fecha etc.)
J
mente á su amado archivo. Tales fueron una paleogra- fía de éste que quedó inédiía y en bosquejo , no menos que una colección diplomático-alfabética que tenía ya algo adelantada y en que se proponía dar en extractos razonados la substancia histórica de los documentos, facilitando el hallazgo de las noticias publicadas por medio de copiosos índices: plan muy acertado en que adivinó nuestro anticuario el de cieñas publicaciones contemporáneas y que deseáramos ver adoptado en ade- lante para la colección de documentos inéditos, ya que se ha tenido que desistir del primitivo proyecto de pu- blicación de antiguas cortes, sin perjuicio de intercalar algún trabajo especial de mayor atractivo para la ge- neralidad de los lectores. Abandonó Bofarull este plan, que conciliaria la liberalidad en la publicación de noti- cias , de que es idólatra nuestra época , con !a economía y orden debidos, por la composición de una obra más original y de mayor empeño, cual fué la de los Condes de Barcelona vindicados.
Mas antes de pasar al examen de este libro, debemos detenernos un momento en las Reflexiones que sobre ¡os perjuicios que ocasionaría á algunas provincias de Espa- ña y en particular á la de Cataluña la traslación de sus Archivos á Madrid, propuesta en las Cortes de ¡814 publicó en 1821 con el transparente seudónimo de Don Félix Fluralbo. En este folleto , después de oportunas consideraciones históricas acerca de la materia en ge- neral y en especial del archivo de la Corona de Ara- gón , demuestra los perjuicios que á las provincias aca- rrearía la propuesta translación, por el enlace que tienen estos establecimientos con las diferentes y antiguas ins- tituciones y derechos radicados en el mismo país que de ellas.han emanado, y los que se seguirían á la uiili-
como de la menor gota de agua de mar se puede sacar una partícula de sal : lástima que se haya perdido un escrito rela- tivo á un asunto en que tanto se había ocupado su autor y en que era tan competente.
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zación de los mismos archivos por las diferencias de lenguajes, usos y paleografía, demostrando que mal podían llamarse papeles muertos los que habían dado materia en diferentes épocas á numerosas é importantes publicaciones históricas (i). A tales razones se hubiera podido añadir la del sentimiento histórico provincial que no es susceptible de translación, si bien es verdad que esta razón hubiera hecho poca mella á los que pro- yectan substituir á todo lo existente una yerta unidad, uti vasto mecanismo con el manubrio en la mano del proyectista.
Sugirió á Bofarull la primera idea de su grande obra la necesidad de fijar la cronología de nuestros Condes para la debida colocación de los documentos del archi- vo que le estaba encomendado , pues lejos de conten- tarse, como otros hubieran hecho, con un arreglo provisional y un orden exterior, llevó su buena fe al punto de no poner un solo fragmento de pergamino en otro sitio que el que le tocase de derecho , según las deducciones derivadas del más detenido y escrupuloso estudio.
La exposición completa y razonada de estas mismas deducciones constituye la parte esencial de su obra y es á la vez no menos que el armazón necesario y sólido, la parte más dificultosa y en cieña manera más interesante de nuestra historia.
Forma en efecto los segundos orígenes de esta, la época de los Condes de Barcelona, orígenes más espe- cialmente catalanes que los primeros, es decir que los de la primitiva población de nuestro territorio, que segiín el mismo Bofarull observa con respecto á ellos y
(1) No se puede atribuir la oposición de Bofarull á ínteres propio, pues un (ntimo amigo suyo, patrono decidido del pro- yecto, mostraba deseos de traer á la casa de la Duquesa de Alba, archivo y archivero. Contestaba á su amigo de acá mostrándole el espantajo del provincialismo, mas luego le vemos {confieniem rciim ) exclamar: iiSi yo por ejemplo pue- do excusarme otro viaje ¿á qué emprenderle? •>
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á la época romana y goda, forman más bien parte de la historia general de España, y que por otro lado, á pesar de los meritorios esfuerzos de etnógrafos y anticuarios, irán siempre envueltos en grande obscuridad é incer- tidumbre.
No es decir que los que llamamos segundos orígenes de nuestra historia no ofrezcan dificultades bien reales, pero la completa obscuridad , es decir la falta absoluta de datos, es tan sólo como un breve intermedio. Al rededor de Carlomagno, al impulso del movimiento restaurador de la cultura y de las letras, fórmase una escuela de historiadores que , tanto por la importancia de los sucesos narrados como por el mérito de los na- rradores, es acaso el ramo más interesante de aquella literatura. En ellos se encuentran sucintos pero claros y seguros datos acerca de nuestra Marca, no menos que de los demás dominios carlovingios. Al punto que cesa la vida en el centro, comienza en los extremos, y á los relatos de los Eginardos y Ermoldos suceden en breve las actas de los caudillos de nuestro pueblo : queda sólo un momento de silencio y obscuridad en que se pierde el nudo entre los últimos Condes gobernadores y el origen de los hereditarios.
Mas la sucesión, de los últimos, especialmente de los más antiguos, no porque falten escrituras, sino porque no las ilustran ni comentan narraciones contemporá- neas y también porque las ofuscan en cierta manera equivocaciones que no mucho después prevalecieron, presentan enmarañados problemas que urgía resolver, y quizás nadie sino Bofarull hubiera tenido la necesaria abnegación para resolverlos. Allanó de esta manera el camino á los que se propusieron en adelante escribir nuestra historia , la cual, como acertadamente observa, todavía no existe : pues , « ni los Anales del compatriota D. Narciso Feliu, á quien, á pesar de sus defectos clási- cos, no puede defraudársele la gloria de haberlos inten- tado y concluido, ni la crónica mal llamada universal de Cataluña del infatigable barcelonés Jerónimo Puja-
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des, que no obstante sus lunares é imperfección merece de justicia los encomios que le tributaron tantas corpo- raciones literarias y clásicos escritores, ni finalmente los diferentes tratados accidentales ó directos sobre materias y épocas aisladas, como los de Diago, Meló, Moneada, Flórez, Capmany, Villanueva y otros, si bien que de un mérito relevante y muy dignp de ser aprovechado á su vez; forman todavía el cuerpo de historia que Cataluña puede y debería ya tener.» Bofarull no se propuso escribir esa historia , sino facilitarla, y esto lo logró cumplidamente. Bien lo conoció aquel que entre nosotros parecía destinado á llenar completamente este vacío, aquel que ya narró, como él sabía narrar, el período tan interesante y poético de nuestra historia condal (i).
Ni podrá desconocer tampoco lo penoso y lo impor- tante de los trabajos de nuestro archivero el que hojee tan sólo las páginas de su obra maestra ó el que nos siga en una rápida enumeración de algunas de las mate- nas en ella comprendidas, que no se ha de creer, ni <^on mucho, completo análisis de obra tan rica en con^ tenido.
La primera cuestión que se presenta es la del linaje <ie Vifredo el Velloso^ de procedencia carlovingia, según l^s tradiciones y la opinión general , si bien historia- dores más recientes supongan que su elevación fué de- bida al triunfo de un partido nacional y godo sobre el franco y extranjero. Después de admitir como ascen- diente probable pero no probado de Vifredo á Carlos ^^nel, trata luego Bofarull de su filiación inmediata ^^ Vifredo de Arria , que no desecha á pesar de la opi- nión de los historiadores del Languedoc, en apariencia ^lo menos apoyada en un antiguo -documento, según ^a cual el padre de Vifredo fué un Seniofredo benefactor ^cLa Grasa. Admite sin embargo un Seniofredo, her- niano del Velloso^ así como una tía paterna, que no sin
(i) Piferrer.
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fundamento cree hija del conde Aznar Galíndez. No encuentra menores difícultades en fijar la época del nacimiento y gobierno de Vifredo y de su enlace con D.° Vinidilda , y rechazando la narración novelesca del Gesta comitum^ halla ya á nuestro conde gobernando y casado en 875.
Entra aquí la otra y tan controvertida cuestión de la supuesta soberanía del primer Conde de Barcelona- único punto algo vulnerable á nuestro ver de la obra del insigne historiógrafo. Se extrañará que un investiga- dor tan profundo y perspicaz siguiese en esto sin reser- va la común opinión de nuestros analistas, cuando no hay documento alguno que directamente la apoye, y cuando nadie mejor que él conocía los documentos que la contradicen, como por ejemplo los que cita en las páginas 14 (lo del monedaje de Vich), 27 y 87; pero la calidad de vindicador de nuestros Condes pudo dispo- nerle á reconocer la completa independencia del que debía ser tronco de la familia soberana de España, así como la satisfacción nacida del descubrimiento de la escritura de 961 , en que el segundo Borrell dispone de uñ alodio que á sus abuelos transmitió el rey de Fran- cia, y de las de 938, 41 y otras en que se presentan como posesores los que fecundaron los yermos, ^r/m/ homines sub ditione Franchorum , pudo alentarle para sostener una opinión que consideraba como la más honrosa (i) ala familia condal, y por decirlo así, tan conducente para redondear su sistema. A poco de haberse publica- do la obra de nuestro autor, la contrarió en este punto con el debido respeto y cortesía el excelente escritor D. Alberto Lista, en todo lo demás decidido panegirista de la misma obra ; más tarde un laborioso analista de
(j) La instancia con que recomendaba á sus corresponsales que buscasen la cesión de Carlos el Calvo, es á la vez prueba de su buena fe y de que su ánimo no estaba completamente satisfecho.
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nuestra ciudad la ha atacado con más viveza y con mucho acopio de citas: no nos toca reproducir los argu- mentos de uno y otro ; pues basta para nuestro intento reconocer, que como era natural, según el estado de la monarquía franca , eñ especial desde la capitular de Kiersy (877) que declaró hereditarios los feudos, por la larga distancia de nuestro condado y la mediación de indóciles vasallos, el dominio de los reyes fué decayen- do cada vez más, hasta que más tarde, y acaso con la caída de la dinastía carlovingia , cesó completamente de hecho; si bien vemos todavía la prestación de un vasa- llaje, siquiera nominal , en la heredada costumbre de fechar por los años del reinado délos monarcas fran- ceses (i).
Vueltas las pocas páginas dedicadas á esta materia, en cierta manera no esencial á su propósito, sigue Bo- farull sembrando con abundancia sus rectificaciones y descubrimientos genealógicos. Designa como padre de Vinidilda á un Seniofredo, que conjetura ser el del mismo nombre hermano del Velloso y prueba la primo- genitura de D.* Emma con respecto á D. Rodolfo, con lo que acaba de desvanecer el cuento de la princesa de Flandes, enumera las conquistas del primer Conde en Ausona y Montserrat y aun en el campo de Tarragona (según el documento de Cent-Selles, difícil en verdad de conciliar con los posteriores datos históricos), é in- vestiga el año de la muerte de Vifredo que fija en 898 y que el antes indicado historiador de Barcelona, por razones que no nos parecen desatendibles, prolonga «asta 902. Resume finalmente los resultados obteni- dos en las siguientes palabras: «D. Vifredo I ó el Ve- ^^0^0,.... dejó en su muerte este último estado (Barcelo- na) á su hijo D. Vifredo II, dándole por acom-
(0 Puede verse también sobre este punto el opúsculo más ^^o citado de P. Tastu : según éste , Borrell II se negó for- J^almente á reconocer el vasallaje á Hugo Capeto.
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panado ó conreinante á su hermano D. Sunyer, con prevención de que el de los dos hijos que sobreviviese lo pasase á los suyos,.... legó acaso particularmente y con previsión á su hijo Sunyer el condado de Besalú ó algún otro de los que después hallaremos en poder de sus descendientes, por si premoría á su hermana
Vifredo al tercer hijo Mirón daría el condado de
Cerdaña, al cuarto, Seniofredo, el de Urgel ó el dere- cho de sucesión que esperaba y se verificó después
Murió pues Vifredo lió Borrell I antes que su herma- no conreinante y por consiguiente quedó éste solo
y pasó el marquesado y condado de Barcelona y Auso- na á D. Sunyer, que lo obtuvo hasta que tomó el hábito religioso, y le transfirió unido á sus dos hijos Borrell II y Mirón I, perpetuándose al fin en la línea y descendencia de Borrell en que actualmente se halla por la falta de hijos en D. Mirón.» Tal es en resumen el sistema adoptado por Bofarull, debido á su erudi- ción, sagacidad é ingenio, en parte de todo punto pro- bado y seguro, en parte por necesidad conjetural y más aventurado, pero siempre fecundo en interesantes des- cubrimientos, como el de Seniofredo de Urgel, y que aparecerá más notable, despejado y luminoso, si se compara con las aseveraciones infundadas, indecisas 6 contradictorias de los precedentes analistas.
La distinción de Vifredo lió Borrell 1 de su padre el Velloso, aunque hecha antes de Bofarull, le debe sin embargo tanto que en sus manos equivale casi á un hallazgo; así la sabia interpretación de la lápida de San •Pablo del Campo no sólo fija la época del fallecimiento del segundo Conde, sino que sirve para confirmarlos datos deducidos de los demás documentos.
Mas el mayor descubrimiento histórico de Bofarull ^ el punto que podemos llamar central de sus investiga- ciones y donde mostró mayor perspicacia y tino críti- cos, se halla en el establecimiento del gobierno de Su- niario ó Sunyer y en la negación de la tutela de los hijos de su hermano Mirón que al mismo se atribuía»
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«Desconociendo (nuestros historiadores antiguos y mo- dernos) el cuarto hijo del Velloso, D. Suniefredo, y confundiéndole con su hermano Suniario, forman un solo personaje de estos dos condes, y despojando al pri- mero de su condado de Urgel, le aplican al segundo por disposición del padre común, concediéndole sólo la regencia del de Barcelona, mediante la tutoría de sus hijos que por veinte años suponen haberle confiado el otro hermano Mirón y desempeñado Suniario hasta la mayor edad de su sobrino primogénito Seniofredo, á quien, no menos que á su padre Mirón , incluyen sin fundamento alguno en el catálogo de los Condes de Bar- celona, desechando, con todo de admitir á Seniofredo, al segundo, tercero y cuarto pupilo, hijos también de Mirón, especialmente al segundo, ó más bien tercero, Oliva Cabreta, so pretexto de tartamudo é irreligioso, y subrogando, por acuerdo de los magnates de Barcelona, á su primo hermano Borrell, hijo de Sunyer, que lla- man de Urgel y no de Barcelona, en cuyos descendien- tes, dicen, y es un hecho, se perpetuó este último condado tal cual se halla en nuestros días. »
Para derribar este sistema que transmitió á los histo- riadores modernos el anónimo de RipoU en su Gesta comitum barchinonensium ^ empieza por establecer sóli- damente la existencia de un Suniefredo conde de Urgel, hermano y coetáneo de Suniario de Barcelona, y la de dos hijos de uno y otro llamados ambos Borrell, y des- pués de haber sentado estos hechos, se propone el obvio reparo de cómo pudo pasar á Suniefredo el condado de Urgel y más tarde al Borrell hijo de Suniario, á lo que contesta con probabilidad que un primer Suniefredo, que varios escritores y documentos refieren en confuso como obtentor del condado de Urgel, pudo ser muy bien el hermano de este nombre que auxilió al Velloso en su conquista, acaso padre al mismo tiempo de D.^ Vinidil- da y de otro conde Suniefredo; que habiendo muerto sin sucesión cualquiera de ellos ó sus descendientes 'que fuese conde efectivo de Urgel, recayese. este condado en
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D. Suñiefredo hijo del Velloso, y que finalmente, extin- guida también esta línea de los condes de Urgel, y en efecto consta que murió sin hijos el último nombrado , volviese á reunirse otra vez aquel condado con el de Barcelona en cabeza del conde Borrell hijo de Suniario. Pasando luego á la averiguación del origen de los errores que en esta materia se han acumulado, los halla en el historiador del monasterio de Santa María de Ri- poli de 1 1 47, cuando da por inmediatos sucesores del Velloso (omitiendo á Borrell I) á Mirón y Sunyer hijos de aquél ^ y cuando al enumerar los prelados y condes que asistieron á la dedicación del cenobio de RipoU en el año de la Encarnación 935^ después de nombrar á Rannulfo (debiera decir Rodulfo hijo del Velloso) obis- po de Urgel , á Jorge obispo de Ausona , á Suniario conde de Barcelona y de Ausona y á Mirón de Cerdaña, menciona á Borrell de Urgel hijo de Suniario, debiendo decir de Suñiefredo. De aquí, dice nuestro historiador, nació la necesidad de hacer sinónimos á Suniario y Su- ñiefredo, el entero olvido del verdadero conde de Ur- gel, el quimérico gobierno de su hermano Suniario en aquel condado, su tutoría en los hijos de Mirón, el gobierno de éste y su hijo Suñiefredo en Barcelona, la exclusiva de Oliva Cabreta y la elección de su primo Borrell; y que esta explicación es tan exacta como inge- niosa, lo prueba, además de la bien sentada existencia del Suñiefredo de Urgel y de otros datos, indicios y reflexiones que nos fuera imposible indicar, una me- moria coetánea , referente á la elección del abad Enne- co, donde al hacerse una enumeración, de la cual pare- ce copiada la del historiador de 1147, se designa á Borrell hijo de Suñiefredo de Urgel. Concluye Bofa- rull demostrando la inmediata sucesión de Suniario á su hermano Vifredo II , probada entre otras razones por una escritura de donación del mismo Mirón , conde de Cerdaña, en que reconoce más de un sucesor (es decir Vifredo y Sunyer) á su padre el Velloso. A esta demostración , confirmada por el testamento de Mirón,
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ea que nada se menciona que ni de lejos se refiera á la supuesta tutela , sólo pueden oponerse dos ligeros repa- ros: tales son , la citada antelación que en el historiador de 1 147 (bastante posterior y ño enteramente segura) se halla de D. Mirón con respecto á Sunyer, y la de igual clase que nos presenta un reconocimiento de algunos vecinos del valle de Ripoll, á favor de doña Emón, abadesa del monasterio de San Juan Bautista, en pre- sencia de los condes marqueses Mirón y Suniario, reco- nocimiento que por otra parte firma tan sólo el último. Explica Bofarull semejante antelación por la beneficen- cia y no por la mayor edad y gobierno de Mirón , y acaso pudiera también explicarse por la cercanía de sus dominios; mas como quiera que sea, dificultad de tan poca monta no debe en manera alguna hacernos sos- pechosas las consecuencias legítimamente deducidas de datos numerosos y concordantes , si bien por nuestra parte no seríamos los últimos en admitir que el título de marqués dado á Mirón^ acaso únicamente porque lo llevó su padre, conforme la costumbre que algunos siglos más tarde vemos todavía seguida por las hijas de los grandes señores (i), designase en el conde de Cerdaña alguna participación en el gobierno general de la Marca que le reconociese su hermano , tanto más, cuanto, siguiendo las huellas de nuestro autor, debemos reconocer en breve un conreinado en los hijos de Sunyer D. Borrell II y D. Mirón.
En efecto, después de enumerar Bofarull los hijos legítimos é ilegítimos de Mirón de Cerdaña y de hablar- nos de Ermengaudo ó Armengol, muerto antes que su padre, prueba la renuncia de Sunyer, su entrada en un monasterio y el conreinado de los hijos segundo y ter- cero, mientras vivió éste, aduciendo para lo último
(i) Esto de marqués, dice Olzinellas en una de sus cartas, no lo entiendo, pues veo llevar este título á Mirón de Cerda- ña , Seniofredo de Urgel, etc.
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diferentes actas en que aparece Mirón no sólo revestido de los títulos de conde y marqués, sino ejerciendo actos gubernativos en nuestro condado. La ignorancia en que nos hallamos acerca de la historia interior de aquellos remotos siglos, nos impide ver más claro en ciertos hechos anómalos é inexplicables, sin que nos sea lícito desecharlos cuando se hallan debidamente establecidos. Termina el importantísimo capítulo del condado de Sunyer con lo relativo á su último hijo y á sus dos hijas.
Habiéndonos ya desembarazado de las malezas que obstruían la entrada de la historia condal , no seguire- mos á nuestro insigne indagador en su viaje por los tiempos sucesivos, en que las dificultades , que todavía se ofrecen, son sin embargo menores, y en que sería bien difícil resumir lo que se halla expresado con irre- ductible concisión ; cuando por otra parte ninguna obje- ción se ha hecho, que sepamos, á sus innumerables decisiones acerca de los puntos más señalados de la historia de todos los individuos de nuestra familia sobe- rana, es decir, nacimientos, enlaces y muertes (i). A más de la constante solidez y exactitud de sus asertos, cabe señalar un gran número de materias, algunas de grande importancia, en que descubrió, rectificó ó aclaró ; entre las cuales nos contentaremos con recordar las siguientes, algunas notadas ya por Lista:
La distinción entre el mencionado Ermengaudo ó Armengol hijo de Sunyer, y su sobrino Armengol conde de Urgel llamado el cordobés por haber perecido
(i) Un solo punto parece no resuelto todavía y es relativo á D. Pedro, segundo hijo del último Ramón Berenguer, que Bofarull supone con Zurita muerto muy joven, pero que no sin motivo los historiadores del Langüedoc creen ser el Be- renguer Ramón que sucedió al primo y tutor del rey Alfonso, que los Anales de S. Víctor (V. Marca) acordes con el Gesta Comitum dan por asesinado en i j 8i , y que el insigne analista aragonés sustituyó, no se sabe porqué, por un Baucio.
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en la batalla de Acbatalbacar contra los moros cerca de Córdoba.
La fecha de la toma y saqueo de Barcelona por Al- manzor en 986, y la falsedad de la segunda toma de la misma ciudad por los moros en 998, y por consiguien- te de la muerte del conde Borrell ( que expiró un año antes) y de otros quinientos caballeros.
La vindicación del conde D. Berenguer Ramón (y nó Borrell, según le llama Pujades)el curvo, contra los historiadores que le han calumniado de vicioso é inepto; el casamiento del mismo con Sancha de Gas- cuña, según los historiadores del Langüedoc, y nó de Castilla según Pujades y Diago.
La falsedad de la tutela de doña Ermesindis, viuda del conde D. Ramón I, durante el reinado de su nieto D. Ramón II por sobrenombre el viejo.
La aclaración del origen de los derechos de nuestros condes en ciertos países del mediodía de Francia, antes de la adquisición de la Provenza.
El asesinato de D.* Almodis, esposa del conde don Ramón el viejo^ cometido por su entenado Pedro Ra- món, que murió cumpliendo su penitencia guerrean- do contra los moros de España , según el necrologio de Ripoll, si bien le había sido impuesta, al mismo tiempo que muchas otras, la de cruzarse para Jeru- salén.
La realidad de la ejecución ó participación en el crimen de fratricidio de D. Berenguer Ramón II, al cual antes quiso defender Diago y posteriormente Lista y uno de nuestros entendidos académicos, como tam- bién la de su vencimiento por el Cid Campeador y su muerte en Jerusalén.
La confirmación de ser hija del héroe castellano la María Ruderic, primera esposa de D. Ramón Beren- guer III, mostrando en lo respectivo á las relaciones del Cid con nuestros condes mucho tino histórico en no dejarse seducir del escepticismo de Masdeu y otros, antes que las memorias árabes viniesen á confirmar de
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sobras la realidad de la existencia y de muchas hazañas atribuidas á Rodrigo por nuestras antiguas crónicas.
La calidad de sobrina y no de hija de Dulcia esposa de Armengol de Urgel, llamado el de Valencia^ con respecto á D. Ramón Berenguer IV, etc.
Mas no se contenta nuestro historiógrafo con llevar á cabo su dificultosa empresa, sino que se aprovecha de cuantos nombres y hechos ocurren para derramar noticias interesantes y peregrinas, como quien es posee- dor de inagotables riquezas, y animado de un vivo amor á su asunto, no da lugar á que la fatiga se apo- dere de su ánimo. De estos que podemos llamar pre- ciosos festones con que enriquece y engalana la robusta fábrica geneo-cronológica, nos contentaremos con citar el pronóstico ó juicio de Barcelona , la discusión del ^origen de las barras, la refutación de la leyenda de Garín , las noticias de los condados de Urgel , Gerona y Manresa, las relativas á la familia vizcondal (que po- drían acaso ampliarse), la del fragmento árabe ó Mir- hab de Tarragona, las últimas ordinaciones de la cofradía de S. Jorge de Alfama, los indicios acerca de la torre de Déla y de Olérdola , preciosos aun cuando se deseche su identidad con Cartago Vetus, los varios referentes á la topografía de Barcelona , los versos de Pedro IV, la genealogía de los pretendientes á la suce- sión de D. Martín, etc. etc., sin contar la indicación y descripción de sepulcros y versos funerarios de los principales personajes de la familia soberana. Tampoco debemos mencionar como adorno sino como parte esen- cial el uno y precioso complemento el otro, los dos hermosos cuadros que acompañan á la obra: el genealó- gico con tanta inteligencia dispuesto y que resume de un modo gráfico gran parte de las consecuencias en aquélla obtenidas, y el que presenta las firmas de los condes que tan útil puede ser á los futuros investi- gadores como fueron aquéllas á Bofarull para la ave- riguación ó confirmación de algunos puntos , como por ejemplo , de la existencia del Seniofredo de Urgel.
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Este es el juicio que hemos formado de una obra clá- sica en su género y que hará época en los anales de nuestra literatura histórica. A pesar del vuelo que des- pués han tomado tales estudios en España, no conoce- mos otra tan nutrida ni tan concienzuda. Sin que trate- mos de ser paradojales ni alterar el valor de las palabras, vemos en ella un monumento no sólo de erudición y de perspicacia crítica, sino de entusiasmo histórico; pues tanto se necesitaba para llevarla á cabo con ánimo tan paciente. Un estilo propio, no desnudo en ocasiones de cierta elegancia, pero siempre correcto y claro en medio de la forma expositiva y deductiva y de la abundancia íle ideas y reflexiones, da complemento al mérito singu- lar de los Condes de Barcelona vindicados.
Apoco de -publicada, mereció esta obra los sufragios de la Real Academia de la Historia que aprobó el infor- me de la comisión que para el examen de ella había nombrado. Véanse algunas líneas del extenso y honrosí- simo dictamen entonces formulado: «Ya tenía la comi- sión noticias del talento, aplicación y constancia con que el señor archivero se estaba dedicando años hace á esta obra y esperaba verla desempeñada con aquel lleno de luces que podía sacar el autor del continuo manejo de escrituras y documentos antiquísimos y originales que tenía á su disposición ; pero es preciso confesar que el desempeño ha sido superior á nuestras esperanzas. Plan, método, claridad, raciocinio, pruebas, conse- cuencias, todo está concebido y expresado con maes- tría Desde aquí (desde D. Alfonso I) camina el
autor con más escolta de escritores; pero notando y corrigiendo sus equivocaciones, así como corrige á los más aplicados discípulos un maestro que tiene en la mano la llave de la ciencia, y es digno de advertir que en este caso lo hace el Sr. Bofarull con tal modestia y tanta prudencia que sería necesario que el corregido tuviese una gran dosis de amor propio y orgullo para darse por ofendido. Sin embargo de que en esta época son en lo general más comunes las luces y más acerta-
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das las historias, la ilustra mucho con los documentos que ha manejado y elegido uno por uno, descubriendo á veces en las cláusulas de un testamento, de una donación, de una venta ó de una permuta verdades que á otros que lo han visto con precipitación y de paso no pudieron ofrecerse. Por no molestar más á la Academia, no continúa la comisión el extracto; pero cree firme- mente que lo dicho basta y sobra para que se forme alta idea de la obra del Sr. BofaruU y que no se excede- rá esté sabio cuerpo en recomendarla al Gobierno y
manifestarle cuan útil sería su publicación »
A esta decisión de la autoridad nacional más compe- tente nos contentaremos con añadir las de dos escritores extranjeros que, por distintas razones, pesan mucho, la de P. Tastu y la del célebre Dozy. Elprimero, que hizo especial estudio de la materia sobre que versan los primeros artículos de la obra de Bofarull, compuso una nota acerca del origen de los Condes hereditarios de Barcelona y los de Ampurias-Rosellón, y como las consecuencias que los documentos impresos le sugerían se apartasen demasiadamente de las ideas admitidas por la mayoría de los escritores, no se atrevió á darle entera publicidad hasta que vio algunas de sus opiniones con- firmadas por la obra de aquel á quien justamente llama creador de la verdadera historia de Cataluña, y á quien dedica muy respetuosamente su trabajo (i). El sa-
(i) Según el sistema explanado en este interesante opúscu- lo ó nota de Mr. Tastu, Seniofredo, hijo del godo Borrell, señor vitalicio de Fontcuberta, cerca la Grassa, y conde de Ausona, y padre de Vifredo, es el tronco de nuestros condes hereditarios. La familia que gobernó en la Marca marítima de la Septimania (Ampurias-Rosellón) es distinta de la anterior y franca, i " Sus nombres son francos, así como los de la fami- lia barcelonesa godos. 2.0 No se hallan nombrados los de Ampurias en los sufragios que los de Barcelona hacían por sus parientes. 3.^ Las mujeres de los primeros no tenían la décima prescrita por la ley goda y sí las de los segundos. 4.0 Los primeros usaron el combate judicial según el uso franco
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bio holandés que luego hemos citado, en sus investiga- ciones de historia política y literaria de España , cita los Condes vindicados con la calificación de obra excelente. sin limitación ni cortapisa, y quien tenga noticia (aun cuando no adopte todas sus ideas y consecuencias ) de los extraordinarios conocimientos de Dozy como me- dievista , al propio tiempo que de su espíritu batallador y descontentadizo , reconocerá lo que en su pluma sig- nifica aquel sencillo elogio.
Los Condes vindicados fueron el empleo de sus mejo- res años, la obra de la madurez de nuestro ilustre archi- vero; á la publicación de los Documentos inéditos de ia Corona de Aragón, á lo menos á la de la mayor parte de volúmenes que llevan su nombre , aplicó su mano ya anciana pero todavía activa y poderosa.
Según expresa una Real orden de 28 de Marzo de 1846, llamó la atención del Gobierno de S. M. la colección de actas de cortes y demás documentos reunidos por Bofa- rull, cuya importancia los hacía dignos de ver la luz pública para esclarecer puntos interesantes de la histo-. ría nacional. Mas aunque el plan trazado desde el principio era la publicación de todas las actas de nues- tras antiguas cortes, habiéndose propuesto la Real Aca- demia de la Historia incluir las de todos los reinos y señoríos de España en la colección de ellas que está publicando , al mismo tiempo que el archivo de Aragón ha ido contribuyendo con el envío de cuantas noticias y documentos tenía recogidos sobre la materia al mayor complemento de tan importante publicación , ha podido dar cabida en su colección especial á documentos inéditos que, á lo menos en gran parte, no ofrecen un interés inferior á los que eran objeto del primitivo pro-
que rechaza alguno de los segundos por no hallarse en la ley goda. 5.° Los primeros no fechan nunca por la era española. El primer punto no nos parece bastante probado, con respecto á los nombres de los de Barcelona ; además se halla un Sunia- rio en ambas familias.
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yccto y cuya publicación evitará enojosas tareas á los historiadores futuros que depare la suerte á nuestra patria.
Conforme la indicación del mismo Bofarull, inme- diatamente aprobada por el Gobierno , dan comienzo* á la colección los documentos relativos al compromiso de Caspe , hecho en verdad el más honorífico para nues- tros progenitores y el más propio para dispertar justo y universal interés. No creemos en efecto que presente historia alguna empresa tan encumbrada (que según nos muestra alguno de los documentos fué en su tiempo tenida por inspiración de lo alto), ni llevada á cabo con tanta mesura y perseverancia , como la que acabó por poner en las sienes del de Antequera la antigua corona de Aragón. Una introducción sencilla, pero muy bien hecha , una colección de cartas y otras escrituras de fines del reinado de D. Martín , las considerables actas, del Parlamento de Cataluña , que indirectamente nos informan de las de Aragón y Valencia , y de los títulos que alegaban los diversos pretensores, luego las del mismo compromiso de Caspe , en gran manera intere- santes á pesar de la inexplicable sequedad que en ellas se nota , y otros documentos bien escogidos, pueden dar una noticia más completa del célebre acontecimiento que la que granjearía la lectura de obra alguna histó- rica hasta el presente publicada.
Un hecho que en la unidad monárquica de España ejerció una influencia , si bien más lejana , más eficaz todavía que la sucesión en el reino aragonés de un vastago de la dinastía de Castilla ^ fué indudablemente la unión de Barcelona con Aragón por el matrimonio de D. Berenguer IV con D.* Petronila : un volumen referente á esta materia , necesario además para la inte- ligencia de ulteriores publicaciones, ocupa oportuno lugar después del compromiso de Caspe. Los testamen- tos de D. Ramón Berenguer III y de D, Alfonso el Batallador, las concesiones hechas á los Templarios que, como es sabido, podían alegar derechos á la suce-
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síón de Alfonso , los homenajes prestados á Ramón por los nuevos feudaiarios aragoneses, así como por los bearneses y catalanes, las querellas asaz humildes de Reverter, última llamarada del antiguo poder vizcon- dal. sirven en gran manera para esclarecer esta época decisiva de nuestros anales.
Las ordinaciones dispuestas por D. Pedro el Ceremo- nioso (si ya , como algunos pretenden , no son copia de las de D. Jaime de Mallorca), incomparable monumen- to de los usos, de la etiqueta y de la administración doméstica y pública, las de algunos de sus predecesores, la obra de mosén Seni Jonii e eie cavalleria formada poraíjuel mismo monarca en vista del libro de las Siete Partidas, y otros documentos sobre materias análogas, reunidos bajo el título de Casa Real de Aragón, ofrecen un caudal de variadas noticias y de indicios preciosos para el historiador, el arqueólogo y aun para el filólogo ye! poeta. En pocos libros cabe estudiar más provecho- samente la singular mezcla de ostentación y llaneza que caracteriza las costumbres de la edad media.
La historia , en efecto, no se comenta ya con los actos pnblicos y ruidosos de los personajes que se presentan en su escena, sino que trata de escudriñar sus usanzas privadas y de reproducir las móviles facciones que «Dstiluyen la fisonomía de cada país y de cada siglo. Ni le basta tampoco conservar la memoria de los nombres más ilustres, ni narrar los hechos de los que han dominado y dirigido los pueblos, pues se propone ajísiir á la primitiva formación de estos últimos y reco- nocer cuantos conatos, cuantos esfuerzos se han aplica- do para sentar los fundamentos délas grandes congre- gaciones nacionales. Los más provechosos datos para semejante investigación se han hallado en las Cartas- Pueblas y demás monutnentos que atañen á la forma- ción y orden constitutivo de las municipalidades. Con- sideramos pu4s como de un precio singular el volumen de la colección que lleva este título y que comprende ciento diez y ocho documentos, no menos homogéneos
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que variados, entre los cuales citaremos las Cartas- Pueblas de Belchite, Calatayud, Almenar, Cambrils, Castellblanch, Montroig, Belsolell, Villagrassa, Cama- rón, Figueras, etc., varias concesiones de tierras y de villas, hechas á particulares para que las poblasen, franquezas otorgadas y confirmadas, ordenanzas muni- cipales para Barcelona, Mallorca, Menorca, Zaragoza, Vich, Vilafranca y otras, algunas para cofradías parti- culares , como para la de los cristianos negros , para la de los libreros y la de los maestros de armas de Barce- lona, para la de los tejedores de lana y lino de Bala- guer, etc. etc. «Verdad es, dice acertadamente la adver- tencia que precede al volumen , que en muchos de los documentos que damos á luz no se hallarán detallados todos los derechos , franquezas y libertades de que gozaban los comunes, porque ni éstos fueron iguales para todos ni otorgados á la vez ; pero completando por los unos el estudio de los otros , creemos que bastarán ó á lo menos ayudarán muchísimo para conocer el ori- gen y progresos de esta institución poderosa. Desde la simple cofradía de Villagrassa, principio de libre asocia" ción (que no por ser institución más sencilla debe tenerse por la más antigua, según ha observado don Tomás Muñoz) hasta el minucioso y estudiado sistema de elegir á los jurados y paeres en tiempos más recien- tes, hay una distancia inmensa, pero los datos y noticias que suministran muchas de las escrituras que publica- mos ayudarán á recorrerla.»
Entre los códices conservados en el establecimiento cuéntase uno que, por referir la historia separada de un condado de Cataluña, por su erudición y no desprecia- ble crítica y aun por ciertos curiosos episodios ó excur- siones que el autor se permite , consideró el docto colector como una joya literaria , según es de ver en las oportunas citas de dicha obra inédita con que se había complacido en ilustrar diferentes pasajes de los ante- riores volúmenes. Como, por otra parte, en esta obra, que es la Historia de los condes de Urgel de Monfar^
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y que ocupa dos volúmenes de la colección, se transcri- ben documentos tomados de otros depósitos ó que han desaparecido en tiempos pasados del de la Corona, bien puede decirse que completa bajo este aspecto los que del último se han publicado y deben publicarse en adelante. Buena parte de esta historia se halla destinada á narrar los adversos sucesos del desdichado último conde de Urgel: trágica figura que contrastando por su carácter apasionado y montaraz con la alta cultura que supone la concepción y ejecución del compromiso deCaspe^ completa de una manera inesperada el cua- dro de la época.
Los tomos XI y XII contienen los repartimientos hechos en los reinos de Mallorca y de Valencia después desús conquistas por D. Jaime, el llamado también repartimiento, ó mejor censo de Cerdeña (i358), el censo de Cataluña ordenado en tiempo del rey D. Pedro el Ceremonioso , las rentas y otros derechos de los con- dados de Rosellón y de Cerdaña notados en 1 396, el fragmento de un memorial que contiene las donaciones y franquicias otorgadas por D. Jaime y las rentas reales en i3i5 de Cataluña, Valencia y Aragón. Se hallan, pues, reunidos en estos dos volúmenes los más impor- tantes documentos estadísticos de los siglos xiv y xv, tan útiles para la historia política y económica como para la topográfica y genealógica , y tan interesantes bajo todos estos conceptos al amador de las cosas pa- trias , que á pesar de su aridez suma, los recorre con no poco gusto.
El tomo XIII, con el título de Documentos literarios en antigua lengua catalana , transcribe con inteligente y escrupulosa fidelidad un número bastante considera- ble de los códices no diplomáticos custodiados en el archivo y que por su época, que se extiende por lo menos desde mediados del siglo xiv á igual término del XV, y aun por la incorrecta y anómala ortografía que en algunos se nota y es en parte expresión directa del habla popular, pueden servir en gran manera para
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el estudio de nuestro antiguo idioma, sin que sean inútiles para la historia general literaria. Comprende esta publicación la leyenda de la toma y destrucción de Jerusalén por Vespasiano , hecho histórico desfigurado por mil anacronismos y relacionado con la ciudad fran- cesa de Viena , en la cual se verifica la última escena^ que es el suplicio de Pilatos ; la historia del rey de Hungría, ó por mejor decir de su hija , cuyas aventuras no dejan de ofrecer alguna semejanza con las de su compatricia, la célebre Berta, si bien que motivadas por una causa , no diremos más sorprendente y extraor- dinaria , sino más excepcional y monstruosa : historia que se provenzaliza y españoliza en cierta manera, pues la heroína se casa con P. conde de Provenza, que cuen- ta por sucesores á los reyes de Aragón y de Castilla ; la narración poética del descenso del caballero Tuglat al mundo invisible, que acaece en Irbenia (Ibernia), donde sin embargo de la indicación de este lugar no se hace mención alguna del purgatorio de San Patricio; una vida de Santa Margarita ; una acusación simbóli- ca entablada por Mascarón , demonio sabio y estelatí (astrólogo) que recuerda un tanto el auto castellano de la Residencia del hombre; un libro de Boecio, fundado, como el antiguo poema provenzal, en la obra de Con- solatione , en cuya ortografía más fija y correcta que la de otros manuscritos, se reconoce una mano monacal; algunas oraciones que ofrecen interés para el estudio lingüístico como término de comparación con las del lenguaje moderno, y para el sentimiento que se com- place en poseer en sus añejas formas las palabras que dirigían al cielo nuestros antepasados ; la colección de máximas y sentencias morales formada por el judío de Barcelona Jafuda por orden de Jaime el Conquistador y máximas sumamente concisas y en que no se nota cita alguna de autor cristiano, sino varias de Aristóteles, una ó dos de Platón y muchas de otro ú otros filósofos que, á la manera oriental, se indica sólo con las pala- bras « diu un sabi » ; otra colección del mismo género
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(en que siempre han sobresalido los catalanes), más extensa que la anterior y sumamente abundante en citas de las más diversas autoridades, debida á un hombre lego de la villa de Mallorca llamado Hempachs, que io escribió á instancia de sus hijos y que antes había sido sobrecoch y alguacil de D. Juan I ; una collado ó diálogo entre varios ciudadanos y un religioso acerca de los deberes de los primeros , obra impregnada de espíri- tu patriótico y de una política no pagana ni maquia- vélica , sino cristiana , y finalmente la versión de la extensísima carta de San Bernardo á una religiosa su hermana , muestra del arte de traducir en tiempo de D. Martín, á cuyo camarlengo Galcerán de Santmenat está dedicada.
Los últimos volúmenes que han salido á luz, com- prenden parte de los documentos relativos al levanta- miento y guerra de Cataluña en tiempo de D. Juan II. Es este uno de los períodos más interesantes y famosos y de mayor trascendencia, siquiera indirecta, en los des- tinos de España y aun del mundo, á causa de la suce- sión de D. Fernando y su enlace con la heredera de Castilla. La lucha tan fuertemente empeñada y en que andaban envueltos encontrados principicfs é intereses, narrada por los contemporáneos, debió ser expuesta con los colores de la pasión, y acaso con no menos pa- sión ha sido juzgada por los que después han venido, ^n especial por la escuela que se complace en abultar los tuertos de los reyes. Las brillantes cualidades del noble príncipe tan tiernamente amado de nuestros ma- 3rores, la tenaz persecución y el atentado real ó supuesto -de que se presenta como víctima, han interesado natu- ralmente el sentimiento y la fantasía y contribuido tal ^ez á dar más decididas tintas al contraste dramático de los caracteres y de los sucesos. Una más profunda infor- mación por medio de documentos abundantísimos pre- parará una apreciación más ilustrada y si es necesario, imparcial, sin que por esto haya de ser fría ó indiferen- te. En los once volúmenes conservados con el título
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Turhationes Catalonice, que contienen las actas de la junta constituida para atender al procomún y procurar la libertad del príncipe de Viana, en las noticias extrac- tadas de los registros de la Diputación, en sus dietarios y en sus libros de deliberaciones y en los del diputado Zaportella, único partidario de D. Juan, se hallarán abundantes materiales para la historia de aquellos la- mentables acontecimientos desde su origen hasta el resta- blecimiento de la paz á fines de 1472.
Muy lejos estaríamos de dar completa noticia, de los trabajos de BofaruU y de los servicios que hizo á la his- toria si tan sólo recordásemos las obras que llevan su nombre, pues no fué menos importante su influencia como auxiliador de los escritos ajenos. Difícil nos sería enumerar todos los que encaminó, á lo menos en sus primeros pasos, para que se internasen con fruto en el dédalo histórico que el Archivo contiene. Sin hablar de los que viven todavía, no hay más que recordar al eminente historiador artístico antes aludido (i) que del Archivo había hecho en ciertas épocas poco menos que vivienda, y al malogrado escritor dramático (2) continua- dor de la obra histórica de Meló. Con respecto á otros que debieron acudir á la comunicación epistolar, que- dan testimonios de la frecuencia con que se pedían y se obtenían datos del infatigable archivero.
Don Pedro Sainz de Baranda (desde 1834 hasta su muerte) le demandó documentos y noticias para ilustjar la historia de Enrique IV de Castilla, y para la con- tinuación de la España Sagrada de que se encargó muerto La Canal, consultándole también para su escrito sobre el influjo que han tenido los españoles en los Concilios generales. El P. José de La Canal ( 1821-45), que se informaba con mucho interés de la marcha de
(i) Piferier. (2) Jaime Tió,
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los trabajos del Archivo, le pedía también noticias para la parte de la España Sagrada que compuso ya con Merino, ya solo. D. Diego Clemencín (1834) le debió la comunicación de interesantes noticias acerca del ban- dolero Rocha-Guinarda, con que enriqueció sus notas al Quijote y probó el anacronismo cometido en este punto por Cervantes. D. Martín Fernández Navarre- te (1824-26) le consultó acerca de la Crónica de Navarra escrita por el príncipe D. Carlos de Viana, y le debió eficaces auxilios para la colección de viajes y descu- brimientos que hicieron por mar los españoles desde fiaes del siglo xv, según en la introducción de esta fa- mosísima obra manifiesta. D. Manuel José Quinta- na (i85o y 5i y sin duda muy anteriormente) se diri- gió á él «como al mejor padrino que podía tomar en su demanda», para alguno de sus célebres trabajos biográ- ficos de asunto aragonés. D. Javier de Quinto (1848) suspendió la comenzada impresión de su obra sobre el antiguo juramento político de los reyes aragoneses, hasta recibir contestación suya acerca de algunos puntos que deseaba ampliar. D. Pedro José Pidal (1847) escri- bió á él en busca de nuevas noticias y documentos rela- tivos á Antonio Pérez y á las ocurrencias de Aragón y Zaragoza de aquella turbulenta época. D. Antonio Fe- rrer del Río (1846-54) se auxilió de sus luces para va- rios puntos de las obras históricas que ha dado á luz. ^« Fermín Caballero (1834) le agradeció en términos ^^y expresivos los descubrimientos que le comunicó acerca del valle de Andorra; D. José Canga Argüe- ^^^s ( 1832) le pedía datos para rebatir las calumnias con 9ue iSíapier en su historia de la guerra de la Indepen- ^encia mancilla el honor español; el conde de Clonard (183^ y 38) para la historia del traje español; don ^eJi:^ Torres Amat, con quien siguió activa correspon- dencria desde 1824 á 47, para el diccionario crítico ^^ escritores catalanes, y el canónigo de Burgos don j|uarx Corminas para el suplemento del mismo; don ^^"^"■'■"^ Cortés (i83o-38) para el diccionario histórico de
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la España aatlgua: los Sres. Fernández de Córdoba y Gabarda para la historia documentada de los amantes de Teruel; D. Marcial Antonio López (1 833-37) recibió de él inmenso número de documentos y noticias para historiar el reinado de D.Alfonso V de Aragón; don Mariano Nogués Secall (1846 y 47) obtuvo algunas relativas al castillo de la Aljafería de Zaragoza; don Miguel Salva (i833 y 34) varias de los Judíos en la Corona de Aragón, y D. Santiago de Tejada (1837) datos concernientes á la sucesión con respecto á la casa de Aragón y Cataluña , considerándole especial autori- dad en esta importante materia. El señor marqués de Vallgornera (i832) le pedía noticias, que no podía proporcionarle porque no existen en nuestro Archivo, del enigmático punto del arribo y permanencia de Cris- tóbal Colón en Barcelona en 1493. Por fin, D. Pascual Madoz(i846) mantuvo con él correspondencia relativa á su diccionario geográfico y le cumplimentó por el artículo sobre el Archivo, que él le había propor- cionado (i).
Si acaso menos frecuentes, no fueron por ningún títu- lo de menos monta las comunicaciones de literatos extranjeros. El Sr. Francisco Bonaini (1843)., profesor de historia de derecho en la ciudad de Pisa, le consultó para su historia de esta república y de otras ciudades de Italia en la edad media; Mr. Eugenio Duflot (i838) le preguntó acerca de varios puntos históricos, como paradero de documentos y libros, ediciones, etc.: A. Gaubert (1847) para su tratado de irrigatione apud
(O Dejamos de apuntar por ser menos literaria la corres- pondencia con el marqués de Miraflores, gobernador de Pala- cio (1848), que lepidio noticias históricas, observaciones y presupuesto del valor de una copia de los retratos de los Con- des de Barcelona, con que se proponía decorar una de las salas del Real Palacio. Sabido es que estos retratos, bástante modernos, sólo pueden considerarse como una efigie conje- tural de nuestros primeros soberanos.
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vetereSy confiando, decía, en su justa y grande reputa- ción de ciencia; Ricardo BoíF (i832) acerca del arco árabe de Tarragona, de las inscripciones hebreas en la montaña de Monjuich, etc. ; Rang (1840) acerca de los supuestos experimentos hechos en 1 548 en el puerto de Barcelona de una embarcación movida por el vapor; Saint Malo acerca de la sedición que estalló en Perpiñán cuando sucedió en el trono de Mallorca Jaime II, y el después famoso historiador Rossew Saint-Hilaire acerca de la época goda de la historia de España, El célebre historiador comercial Pardessus (1828) le pedía noticias del libro titulado Lo Consolat, Los Sres. J. A. C. Buchón y JoséTastu, á quienes no puede negarse el honor de haber sido los primeros promovedores de los estudios catalanes, á lo menos en el extranjero, le pidieron auxilios el primero para sus trabajos, y el se- gundo para sus proyectos. Consultóle también Du-Mége para muchas de sus anotaciones en la historia del Lan- güedoc, confesando, y es un hecho, que se aprovechó en ellas no poco de los Condes vindicados, S. A. R. el duque de Aumale (i85o) le remitió un objeto de precio en agradecimiento á las importantes noticias relativas á los hechos del Gran Conde, que «Bofarull había arre- glado tan generosa y acertadamente». El marqués Gino Capponi (1847-50) publicó en el núm. 19 del Archivo Histórico Italiano, núm. 38, títulos razonados de docu- mentos referentes á las Vísperas Sicilianas y á la persona del célebre Juan de Prócida, que le había proporciona- do Bofarull, á quien scí muestra muy agradecido y res- petuoso en el Avvertimento, diciendo además que le había complacido en gran manera, desmintiendo la falsa noticia del incendio del archivo que por allá había corrido. El conde de Saint Priest (1846 y 47), autor de la Historia de la dominación de la casa de Anjou en Ñapóles (obra y autor que han merecido ocupar al ilustre A. de Broglie) escribía á nuestro ar- chivero: «Vuestras comunicaciones serían de seguro el principal ornamento de mi historia, y si este libro
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alcanza algún éxito, á vos, caballero, seré en gran
parte deudor Esta empresa, me atrevo á creerlo,
puede interesar no menos á Cataluña que á Francia y por este concepto se recomienda á un historiador de vuestro mérito cuya fama ha traspasado los Pirineos». Por fin, el eminente prosista francés Próspero Meri- mée (i) y otros que naturalmente no constan, hallaron en el Archivo de Barcelona inesperados auxilios (2).
(1) J'ai été plus heureux á Barcelonne en 1846, et, pendant mon séjour dans cette ville, j'ai pu prendre connaissance d'un grand nombre de piécQS fort importantes, quelques-unes ana- lysées par Zurita, d'autres complétement inéditas, á ce que je pense. Qu'il me soit permis de témoigner ici toute ma recon- naissance á M Tarchiviste de la couronne d'Aragon don Próspero de Bofarull. Les archives de Barcelonne renferment une quantité vraiment innombrable de chantes et de manus- crits classés dans un ordre parfait par les soins du savant mo- deste qui depuis plus de trente années, dirige cet établissement; mais la richesse méme de ce dépót eút été pour moi une cause d'embarras, si don Próspero et son fils don Manuel, archivis- te adjoint, ne m'eussent dirige dans mes recherches avec une complaisance que je n'oublierai jamáis. Je leur dois Pindica- tion de tous les registres et de tous les parchemins qui pou- vaient m*ofFrir des renseignements útiles. Ce n'était pas tout; il fallait encoré déchiífrer ees registres. Avec une patíence qu'on appréciera chez des hommes qui savent faire un aussi bon usage de leur temps, MM. de Bofarull ont bien voulu me donner des le^ons et de paléographie aragonaise et de langue catalane. Sous des maítres aussi hábiles, mes progrés devaient étre rapides. Si cette histoire a le mérite de quelque discerne- ment dans le choix des documents originaux et de quelque exactitude dans leur emploi, je dois le rapporter surtout a MM. don Próspero et don Manuel de Bofarull. (P. Merimée, Histoire de D. Pédre /»*, roi de C astille, Revue des Deux Mondes, tom, 20, p. 861.)
(2) No debió de admirar poco á algunos viajeros vulgares del vecino Estado, que en España temían ó tal vez deseaban hallar la vanguardia del África, ver en Bofarull unidos tanto saber á tanta cortesía, mayormente cuando no todos los fun- cionarios de allá son de igual temple para los extranjeros y algunos hay que pertenecen á la categoría de los franceses que aciertan á no salir amables.
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Para terminar estas noticias biográfico-literarias fálta- nos tan sólo- dar razón de los cargos que se confiaron á Bofarull y de los títulos que obtuvo ; los cuales fueron en número tan crecido, que aun omitiendo las censuras de obras, las inscripciones para edificios y medallas etc. nos obligan á acudir á una enumeración cronológica. Diremos antes que no todos tienen á nuestros ojos igual precio, pues unos son muestras de confianza del Gobier- no ó de los conciudadanos, otros laboriosos empeños y otros simples condecoraciones (i) según la significación de esta palabra.
Honores de secretario de S. M. — Le fueron concedi- dos por Fernando VII, en 9 de Febrero de 1816, y juró en el Acuerdo de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, en 2 de Mayo del mismo año.
Real Academia de la Historia. — Fué nombrado indi- viduo correspondiente en 27 de Junio de 181 7. Auxilió desde Barcelona diversos trabajos de este Cuerpo, que le confió muchas comisiones importantes en distintas épo- cas, como podrá verse en las publicaciones de documen- tos que ha hecho la referida Academia , en los cuales resalta la constante laboriosidad de Bofarull.
Real Sociedad Económica de Válladolid y su provin- cia.— Fué nombrado individuo honorario, en 3 de Marzo de 18 19.
Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. — Fué nombrado socio en 26 de Abril de 1820. Ya en 182 1, y
(1) De las que así suelen designarse, tenía Bofarull tan poco anhelo que al ofrecérselas contestó alguna vez: «nunca faltan cruces en esta vida, » y que al habérsele dado más tarde un distintivo de esta clase lo usó sólo dos veces y ambas se le extravió.
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en sesión de 27 de Abril , fué nombrado á pluralidad de votos Vice-presidente interino , bajo la presidencia oficial del gobernador militar D. Joaquín Ruiz de Po- rras, obteniendo la presidencia en 26 de Junio del año siguiente.
Posteriormente , después de la reforma de la Acade- mia , volvió á ser elegido Presidente en 5 de Julio de 1 838, siendo constantemente reelegido, mientras vivió, excepto en el bienio de 1839 á 41 , en que, á su instancia y por deferencia á su íntimo amigo D. Joaquín Rey, logró de sus consocios nombrasen á Rey en su lugar, quedándose él con el cargo de la vice-presi- dencia. Cuando sus muchos años y los achaques á ellos consiguientes no le permitieron asistir á las sesiones, instó vivamente á sus amigos y compañeros que le dis- pensasen de aquel cargo, pero por unanimidad se acordó no tener otro Presidente mientras Bofarull viviese, para darle un testimonio de gratitud y respeto. Leyó como presidente los discursos de inauguración en la primera sesión de los años académicos de 1823, 37, 38, 39, 40, 44, 46, 47, 49 y 5o. En estos discursos se ve la solici- tud de Bofarull por los trabajos literarios de la Aca- demia, por la formación de su museo y monetario y por la adquisición definitiva del local, de que en nuestros días, por un motivo respetable pero con cir- cunstancias increíbles, ha sido desposeída. Esta cor- poración que sería de desear que tuviese tanta valía colectiva como la tienen individualmente la generali- dad de sus socios y á la que falta el necesario estímulo de la publicidad , era para Bofarull , como es para sus compañeros , no sólo un centro literario, sino un círculo amenizado por una amistad y franqueza de la mejor ley.
Jurado que debía fallar sobre delitos de imprenta. — El Ayuntamiento de Barcelona le nombró en 1 3 de Enero de 1821 , juez de hecho para constituir dicho jurado. A igual objeto le nombró la Diputación provin-
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cial de Cataluña en 8 de Marzo de 1822 , y el Goberna- dor superior político de la provincia de Barcelona en 9 de Septiembre de i836.
Revisor de letra antigua de la provincia de Cata- luña.— 'Le nombró la Diputación de la misma en 18 de Mayo de 1821 , con arreglo á las facultades que le con- cedía la orden de las Cortes de 3 1 de Marzo del mismo año y juró el día siguiente en manos del Jefe político.
Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos drl país. — Fué nombrado individuo de la misma en 26 de Marzo de 1822, y cuando la reaparición de dicha sociedad en 7 de Agosto de 1834.
Junta que debía entender en los trabajos preparato- rios DE LA plantificación DE LA UNIVERSIDAD LITERARIA DE
Barcelona. — Fué nombrado vocal por el Ayuntamiento en 6 de Julio de 1822.
Supernumerario del censor regio de la provincia de Barcelona.— S. M. le nombró en 1.° de Agosto de 1834. Renunció, y S. M. le admitió la renuncia.
Junta de Instrucción primaria de la provincia de Bar- celona.— Fué elegido vocal en 11 de Enero de i835. La Diputación provincial volvió á elegirle en 1 1 de Octu- bre de i838,como individuo que era entonces de su seno, con arreglo al artículo 28 de la ley de 21 de Julio de aquel año.
Sociedad de fomento de la instrucción , establecida EN Barcelona» — Fué nombrado socio en 3 de Marzo de 1837.
Academia mallorquína de literatura, antigüedades y bellas artes. — Se le dio el título de socio correspon- diente en 9 de Diciembre de 1837.
yo VIDA Y ESCRITOS DE
Cruz de comendador de la Real orden americana de Isabel la Católica. — La Reina Gobernadora se la con- cedió en 27 de Noviembre de i838, deseando darle una prueba del aprecio que le merecían sus vastos cono- cimientos Y sus trabajos científicos.
Real Sociedad de anticuarios del Norte. — Le invitó espontáneamente á entrar en su seno en 21 de Marzo de 1840.
Comisionado especial para recoger las obras y libros que se impriman ó reimpriman en la ciudad de Barcelona Y su demarcación. — D. Joaquín María Patino, biblioteca- rio mayor de S. M., le nombró en 26 de Junio de 1840.
Sociedad numismática matritense. — Fué socio corres- ponsal de la misma desde i.° de Mayo de 1840.
Caja de Ahorros de la provincia de Barcelona. — Fué nombrado vocal déla Junta directiva en 2 de Septiembre de 1841, y se vio precisado á renunciar por sus achaques en 29 de Julio de i85o.
Sociedad Económica de Amigos del país de Valencia. — Le nombró esta corporación socio corresponsal en 18 de Mayo de 1843.
Comisión de monumentos históricos y artísticos de la provincia de Barcelona. — Fué nombrado vocal con ca- lidad de vice-presidente en 27 de Septiembre de 1844.
Sociedad arqueológica tarraconense. — Le remitió esta corporación el título de socio corresponsal , que es de fecha 27 de Febrero de 1845.
Sociedad barcelonesa de Amigos de la instrucción. — Fué nombrado socio honorario en 12 de Octubre de 1845.
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Ministerio de Instrucción pública de Francia. — Fué nombrado corresponsal para los trabajos históricos en 20 de Junio de 1846. Le nombró el conde de Salvandy, ministro entonces del ramo.
Juez del concurso que se verificó á la cátedra de Historia de la universidad literaria de Barcelona. — Le nombró el Rector de ella , en 29 de Diciembre de 1846.
Caballero de la Real orden de la Legión de honor. — E! rey de los franceses Luis Felipe le nombró en 25 de Abril de 1847, 7 ^^ conde de Salvandy, ministro de instrucción pública, en el despacho que en 3o de dicho ffles dirigió al interesado, puso de puño propio la si- guiente cláusula: «Je suis heureux d*avoir á vous trans- Juettre ce temoignage de haute estime pour vos travaux ^ont j'ai eu la satisfaction de juger personnellement,» refiriéndose á la visita que había hecho al Archivo de ^3 Corona de Aragón poco tiempo hacía.
Mr. Prosper Merimée, en carta de 11 de Junio de dicho año, dice á BofaruU lo siguiente: «Mucho me ^^egro de la memoria que el Ministro de la Instrucción pública ha enviado á V. Todos los que tienen esa cin- tila encarnada se alegrarán también de verla en un pecho tan noble. Los literatos de todos los países son de Una misma nación , y nuestro Gobierno se honra cuando reúne á sus paisanos con esa divisa sujetos tan dignos como el erudito autor de los Condes de Barce- ^ona^ y restaurador del Archivo de Aragón.»
Instituto industrial de Cataluña. — Se le invitó á ser socio fundador en 3 de Junio de 1848, que no admitió por falta de salud y sobrados años.
Comisión que había de comprobar las relaciones de las Cedidas y pesas usadas entonces con las nuevas. — Fué hombrado vocal por el Gobernador civil en 9 de Octu- bre de 1849.
72 VIDA Y ESCRITOS DE
Comisión para redactar una memoria razonada de las
CAUSAS, tendencias É IMPORTANCIA DE VARIOS HECHOS HISTÓ- RICOS NO CALIFICADOS IMPARCIAL Y DEBIDAMENTE PARA VINDICAR LA REPUTACIÓN DE CaTALUÑA DE LOS INJUSTOS ATAQUES QUE
HA SUFRIDO. — El Ayuntamiento de Barcelona le nombró vocal eii 29 de Diciembre de 1849, igualmente que á los señores Agell, Cortada, Muns y Seriñá y Sol y Padrís, pero no llegó á reunirse , ni dio resultado alguno.
Sociedad imperial académica de Cherburgo. — Le nom- bró socio correspondiente en 18 de Abril de i853.
Tantas distinciones en quien no andaba á caza de ellas , son lá mejor prueba de que le rodeaba un per- fume de buena reputación y de fama sólida aunque modesta, y de que contaba con un gran número de personas amigas. Estas en efecto, con excepciones ra- rísimas, eran tantas como las que le trataban. Frecuen- taban su casa y su oñcina hombres distinguidos de diferentes ideas y caracteres, todos amantes de las letras sobre que versaban sus habituales conversaciones, y como era franco en facilitar el caudal de noticias que poseía y adquiría continuamente en su archivo , se granjeaba la estima y respeto de todos. Daba mayor precio á su amable franqueza y generoso desprendi- miento cierta sencilla dignidad , acomodada á su posi- ción y carácter, único vestigio que en él se notaba del trato de la corte.
Abrigaba un verdadero fondo de modestia, y tanto que uno de sus mejores amigos la motejaba alguna vez de soberbia disfrazada. Lo cierto, es que una recelosa dignidad de carácter, unida á un espíritu poco empren- dedor , puede parecer exceso de humildad ó asomo de orgullo á hoblbres más conñados en su fortuna ó en sus fuerzas. La aprobación general pudo dar á Bofarull tnayór seguridad de las suyas; mas, aunque es de suponer que no le desagradaban los encomios de per-
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sonas competentes , los esquivaba^ diciendo que él por su parte no había puesto nada y que todo el mérito debía atribuirse á los documentos. Ni aun entonces se avino á dar materiales para su biografía, pues un pudor de publicidad que es ahora bien raro, le hacía conside- rar que sólo de los muertos debe contarse la vida.
Al aprecio que se le dispensaba contribuyó su ánimo inclinado á la tolerancia , y la templanza (que no indi- ferencia) de sus opiniones políticas. El estudio de la historia debió precaverle de opuestas exageraciones, enseñándole que no debe esperarse el acierto del hom- bre, ya individuo, ya muchedumbre, entregado sin ^reno á la voluntad , mostrándole que las formas polí'- ^icas absolutas no han sido más que una excepción, y previniéndole contra ciertas utopias de lo pasado no '^cnos que contra las utopias de lo porvenir. Amaba la libertad, decía, aunque moderadamente, porque siem- f^^t había procurado moderar todas sus inclinaciones y ^í^ectos. La doctrina de obediencia, cuando no de vo- ""^ Ontario ostracismo que prescribía á su hijo (doctrina ^Vieno se opone á la defensa legítima de los derechos) _^^é su constante guía y le bastó para que sin vergon- zosas transacciones fuese respetado en casi todas las {3ocas.
Y no se crea que por blando fuese débil, pues le so- raba entereza cuando mediaba un deber ó un verdade- ^^o punto de honra. Demostró bien cumplidamente lo ^'^Itimo cuando se negó á entrar de nuevo en su amado archivo por una puerta que le hiciese inclinar la cabeza. Eran tales dotes para asegurarle la felicidad (en cuan* "tió aquí es asequible) en mayor grado que otras más l^rillantes que se atraen los aplausos de los hombres, ^la había logrado, según confesaba de ordinario, por taás que alguna vez volviese la vista á los puestos más ventajosos cuya ocasión había desaprovechado : achaque de nuestra condición y queja por cierto bien poco amarga. Buen testimonio es de la paz de su alma y serenidad de su vida el que sin ninguno de los móviles
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que á los espectadores ó actores de grandes escenas incitan á escribir sus memorias, compusiese él las suyas con el único objeto de legarlas á sus hijos; ya que pocos han de ser los hombres que con entero gusto pue- dan volver la vista atrás , fijándola no en uno que otro punto, sino en toda su extensión: necesario es para ello que no haya arreciado la tormenta y que el piloto no tenga que ruborizarse de su prudencia.
Mas una sola consideración explica este privilegio de nuestro respetable amigo. Bofarull era y había sido siempre cristiano práctico. La ciencia humana no le había distraído de la ciencia que no muere, y los mis- mos libros que recomendaba á su hijo y en que mucho después enseñaba á deletrear á sus nietos, habían for- mado su espíritu en la infancia y le guiaron constante- mente en su carrera. En las cartas y en las máximas, escritas las primeras en diferentes épocas y éstas á los 8o años cumplidos, y que transcribimos al fin de este escrito , como el mejor espejo de su alma , se puede ver al mismo tiempo que al previsor padre de familia, al humilde creyente celoso de transmitir el precioso depó- sito de su fe.
Así pudo sobrellevar con tanta resignación aquella larga enfermedad, aquellos padecimientos que daban sólo treguas para cebarse luego con mayor ahinco; así en los intervalos , cada día más breves que aquéllos le dejaban , le hallaba el visitador siempre jovial y sereno. Un respetable eclesiástico, beneficiado de Nuestra Seño- ra de los Reyes , uno de aquellos, sacerdotes que á sóli- das virtudes y á la sabiduría práctica añaden el mérito de mantenerlas ocultas, le hacía á menudo partícipe de las gracias y de los consuelos de la Iglesia. Ochenta y dos años contaba al llegar el crudo Diciembre, y dos meses hacía ya que no había podido dejar la cama, del todo falto de fuerzas físicas, si bien continuaban bastan- te lúcidas sus potencias intelectuales ; el estado de inac- ción corporal á que se hallaba sujeto le produjo una gangrena senil, que fué exacerbándose más y más, hasta
D. PRÓSPERO DE BOFARULL
que el día de la Natividad del Señor del año iSSg, des- pués de conversar largamente con su hijo sobre inte- reses de familia y educación de sus nietos, experimentó un último y decisivo ataque que el día 29 le llevó á la eternidad, tras de una larga aunque tranquila agonía que pasó en brazos de sus hijos y al lado de su director espiritual.
Además de su lacónico testamento había dejado sepa- radamente á su hijo una confianza autógrafa , encargán- dole de un modo muy especial que se omitiese la me- nor ostentación en sus funerales , conforme ejecutaron susalbaceas que eran su buen amigo el Dr. Roig y Rey y su propio hijo: el último día del año 1859, sólo de su <^onfesor y de sus más próximos parientes fueron acom- pañados al cementerio general los restos mortales de uno de los más señalados varones que han honrado en €síe siglo á nuestra patria.
«ARTAS Y MÁXIMAS DE BOFARULL
Hof // de Julio de 1S22,
Mi estimada Esposa: La agitación en que nos hallamos, ni edad , y sobre todo la consideración de que su Divina Majestad puede llamarme á juicio á la hora menos pensada, ne mueve á dejarte escrita esta carta que recibirás como el iltimo testimonio del cariño que te he tenido y de lo satisfe- cho que he vivido del que tú me has profesado. — Lleno de lebilidad y miseria, como todo hijo de Adán, no puede me- ^os de imponerme respeto el fin de mi existencia y de afli- girme sobremanera la idea de que te dejo sin medios sufi- cientes para que puedas subsistir con decencia, dar una buena educación á nuestro Manuel y atender á los demás individuos ^e la familia y en particular á mi pobre hermano Juanito
No trato de violentar la voluntad é inclinación dé nuestro ^anuel, pero te aconsejo que , si no le repugna , le inclines ^ la carrera de las letras , es decir, que estudie las leyes hasta K^aduarse y recibirse de abogado , pues así aun cuando no •Quiera ó no tenga precisión de ejercer la facultad, estará Siempre en más aptitud de seguir cualquiera otra carrera, ^ de obtener un destino público, hará más relaciones con gentes que puedan favorecerle , si es honrado y entendido , y *^ fin tendrá siempre un recurso para subsistir, pues mientras ^abrá hombres habrá litigios , y hombres y litigios los hay *n todos los pueblos. No obstante no ceses de inculcarle que *ea abogado de buena fe y que no defienda nunca la injusti- -^3 , pues haciéndolo así, con menos saber tendrá más opi- ^lón, sacará de esto sus ventajas, y no se acarreará las maldi- -H)nes del cielo. Procura que sea buen cristiano , pero sin
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gazmoñería ni superstición : hazle concebir horror á la ene- mistad , un prudente desprecio de los intereses , y finalmenter un deseo vehemente de hacer bien á todos sus semejantes , j' sobre todo á aquellos que alguna vez le hayan ofendido. En_ materias religiosas, que no trate nunca de apurarlo que eL Ser Supremo ha querido reservarse, y en las políticas que se- ciña á obedecer la autoridad legítima, sea la que fuere, y que, si no vive contento con las leyes de su país, que fije su resi- dencia en otro más análogo á sus ideas Nada más tengo
que prevenirte por ahora , y sí sólo recomendarte de nuevo la buena y cristiana educación de nuestro Manuel, y que procu- réis conservar aquella paz, unión, y fraternidad que ha reina- do siempre en la familia; que me perdones las faltas en que he incurrido durante nuestra dichosa unión, y finalmente que no te acuerdes de mí más que para rogar á Dios por el des- canso de mi alma, no olvidándote nunca de que me casé con- tigo para salvar la tuya y de que juntos gozaremos algún día la bienaventuranza eterna que desea con el mayor fervor tu esposo y amigo hasta la muerte. — Próspero.
Día 2 de Mayo de 1828
A MI Manuel.
Hijo de mis entrañas: En la época más triste de mi vida, época de aflicción y desconsuelo y en que te hallas aún en la dichosa edad de la inocencia, es un deber de tu cariñoso padre dejarte escritas de puño propio para su mayor impresión en tu alma aquellas advertencias y consejos que acaso no podré darte cuando en el desarrollo de las pasiones te encuentres sin la experiencia y auxilios de la persona que te dio el ser y que consagra y que consagrará hasta su muerte el suyo para contribuir á tu felicidad temporal y eterna. Sí, hijo mío, en- trarás algún día en este gran mundo cuyos falsos halagos po- drán seducir tu candido corazón é {infeliz de tí! si no sigues tu marcha por la senda de la virtud y de la religión santa en que por la misericordia de Dios naciste y has sido educado por un padre convencido déla verdad desús eternos principios. —
D. PRÓSPERO DE BOFARULL 79
Hallarás, Manuel mío, muchas personas en el mundo que sin haber empleado un solo momento en estudiar y meditar sobre la emanación divina de esta religión encantadora y eri- giéndose en doctores y maestros de una materia tan delicada que ni siquiera han saludado, se atreven á motejarla de falsa, y no dejarás de tropezar con otras que por haberse indiscreta- mente internado demasiado en la comprensión de unos mis- terios que la Divinidad ha querido reservarse y que no es dado al mortal penetrar, incurren en la misma debilidad que ^as primeras. Entra pues en el mundo , hijo mío , con esta prevención de tu amoroso padre y, sin imitar la crasa igno- rancia de las unas, el frenesí délas otras, niel devaneo de ambas clases , procura instruirte con una prudente medida que no exceda el grado de comprensión en que te halles de los principios de la religión de Jesucristo. Ella te ofrece en los sagrados libros la más pura y cristalina fuente donde podrás apaga. r tu sed , pero no olvides que estas aguas deben beberse con Cordura, es decir, que el hombre que no se halla consti- tuido en la clase de ministro de la religión , no tiene necesi- dad de internarse demasiado en estos sagrados libros, y debe ceñirse á la lectura y meditación de los que están á su alcan- ce. Hln los salmos penitenciales de David encontrarás consue- los y consejos los más saludables para todas las situaciones de tu Vicia ; en los Santos Evangelios y compendio de la vida de nuestro Redentor el modelo de la paciencia , de la caridad y de todas las virtudes, y en el Espíritu de la Biblia del abate ^artini (que es el primer libro que en la niñez he puesto en tus manos y cuya lectura diaria no menos que la de los dos antei-ÍQj.gstg recomiendo) encontrarás tambie'n, hijo mío, todo cuanto necesitas saber y practicar para ser feliz como lograrás serlo si llevas una vida cristiana y fundas toda tu felicidad en ^^^ liumilde esperanza de gozar de la bienaventuranza eter- ^^y y si alguna vez, hijo amado, tu fe vacila por haber ^'^^^Vertidamente parado tu imaginación demasiado en algún pas^jg^g estos libros que no entiendas, humíllate á la pre- sencia ¿gi Señor, pídele su gracia y considera que tu religión esta, cimentada sobre la fe, y esta fe hermanada con los Man- íianrx lentos de la Ley de Dios, con la doctrina y ejemplos de ^^^stro Redentor y con los sentimientos interiores de tu P^^pio corazón. — Próspero de Bofarull.
8o VIDA Y ESCRITOS DE
Hoy día de mi cumpleaños 3i de Agosto de 184
Mis amados Esposa é hi ¡o Manuel: Mi edad avanzada, el cúmulo de disgustos y tareas que me cercan de algunc años acá han debilitado extraordinariamente mi salud y m anuncian el cercano ñn de una existencia que he consagradt constantemente , desde que tomé estado , á vuestro bienestai sin ocuparme de más objeto que de mi destino y de mi amada familia. Sin embargo de mis paternales desvelos y conatos no habré dejado de incurrir en mil faltas hijas de la humana debilidad, que espero me perdonaréis, si es que pueden haber refluido en vuestro perjuicio algunas de ellas. Mi esposa sabe muy bien que, á pesar de cierto respeto que me causaba el estado del matrimonio, me casé con ella prescindiendo de toda mira interesada y sin más idea que la de hacerla feliz, conforme lo he procurado; y Manuel tiene sobrada edad y discernimiento para conocer lo mucho que me he esmerado en su educación, y lo que he hecho para libertarle de los males que amenazan á la juventud en la edad de las pasiones, males que después ya no tienen remedio. Tened, pues, siempre presentes, queridos míos, las sanas má- ximas que he procurado inculcaros de palabra y con el ejem- plo, y de este modo cuando os halléis al término de vuestra peregrinación en que me veo , no tendréis remordimientos y vuestro fin será dichoso porque, después de una vida arregla- da, veréis cerca otra eterna y verdadera que es la que debe ocuparos exclusivamente. Entretanto procurad que reine entre vosotros la unión y la paz doméstica , que es la felici- dad de la vida, y cuando Manuel se resuelva á tomar estado, que procure, por Dios, elegir una joven de sudase, dócil, virtuosa y de buenos antecedentes, y de una familia cuyos padres no le hayan dado malos ejemplos y que gocen de una buena opinión pública , moral y religiosa , pues donde no hay moralidad y religión no puede haber virtudes ni tranqui- lidad. Yo le bendigo desde ahora , pero le suplico que antes que se case mire bien lo que hace y con quien se une, pues este es un lazo que sólo la muerte desata y que no tiene otro remedio, si se yerra, que el sufrimiento ó el escándalo. (Siguen prevenciones y arreglos de intereses y prosigue.) Con
D. PRÓSPERO DE BOFARULL 8 1
los intereses que os dejo tendréis lo bastante para mantene- ros con toda decencia si tenéis juicio, vivís en armonía y no os ñáis de personas que os engañen , pues hay muchas que bajo la apariencia de amistad introducen la disensión en las familias y de ella nace su ruina. Sobre todo ceñid vuestros gastos á vuestros haberes y procurad acrecentar éstos con vuestro trabajo y sin codicia, y vivid en paz con todo el mundo y como Dios manda. Él os bendiga y reciba mi alma y la vuestra en su eterno descanso, donde confío que os reuniréis con vuestro Esposo y Padre — Próspero de Bo-
FARtJLL.
MAjCIMAS cristianas, sacadas de la con- fi^M.n\a que dejó Bofarull á su hijo , escrita de su P^^íio cuando ya contaba 8o años de edad^ como er-í ella expresa.
^«^ hombre sabe el día en que nace , pero ignora el en que mor^irá. Parece que la Divina Providencia que le hizo á su semejanza le ha dotado de esta prodigiosa memoria, entendí- miento y libre voluntad para que recordase y agradeciese el gran beneficio de haberle hecho ser racional, le amase, le adofase, y no cesase de darle gracias libremente desde el mo- mento mismo en que la razón le ilumina , y pone en juego las elevadas potencias de esta noble é inconcebible alma ra- cional.
La. certitud de la muerte y la incertitud del mal , lugar, día y hora que Dios nos tiene destinados, nos advierte claramente, que debemos estar siempre dispuestos y prevenidos para tan terrible trance y oir aquella terrible sentencia , que nos hará dichosos ó desdichados por toda la eternidad nada menos , de uo Juez á quien nada se le puede ocultar ni se le oculta de cuanto hemos hecho.
Debemos, pues, estar siempre prevenidos y temerosos, aunque confiados en la infinita misericordia de Dios en cuan* 10 al perdón de nuestras culpas, y á más tener también arre- glados nuestros asuntos temporales y domésticos, para no de- jar á nuestros hijos, parientes ó amigos que han de suceder-
6
82 VIDA Y ESCRITOS DE D. PRÓSPERO DE BOFARULL
nos, motivos de dudas, disputas, odios y enemistades que so la ruina de las familias; y para evitarlos en la mía , paso ^ manifestarte mi última voluntad, sin perjuicio de lo que ha^ — liarás ordenado en mi testamento legal que dejo citado , pue? esta confianza es una continuación de aquel testamento , que no hay necesidad de retirar, porque no quiero que se hagan públicos los actos de mi vida privada, que basta que tú los sepas para su cumplimiento sin necesidad del escribano, porque la ley no se hizo para los hombres de bien y de con- ciencia.
Haceos amables á todo el mundo, y no habléis sobre todo mal de nadie ; cumplid vuestras obligaciones y socorred al pobre sin mezquindad, sin ostentación y sin averiguar las cau- sas de su miseria , privándoos , si es menester, hasta de vues- tras personales comodidades, pues dar lo que á uno le sobra no tiene mérito alguno.
Si Dios me concede la gracia de morir en el seno de mi familia, y á tí la de besar por última vez esta trémula mano, prométeme ante el Ser Supremo que seguirás toda tu vida las máximas cristianas con que te he educado, grabándolas tam- bién en el corazón de tus amados hijos, pues es el gran legado que os dejo, y que heredé de mis venerados y virtuosos pa- dres y abuelos: tened fe y tendréis esperanza si ejercéis la ca- ridad con vuestros semejantes : obrad siempre con prudencia, justicia, fortaleza y templanza y seréis amados de Dios y de los hombres y, por más contratiempos que os sobrevengan, vuestro espíritu estará tranquilo, porque esperará una recom- pensa eterna. De otro modo viviréis y acabaréis como unos miserables perros; y esta elevada é incomprensible alma ra- cional con que la gran bondad del Supremo Criador nos ha distinguido por puro amor, á su imagen y semejanza, será nuestro implacable fiscal en el terrible día en que se harán patentes y juzgarán todas las acciones de los hombres.
Conserva el buen nombre que hemos heredado de nuestros abuelos, hazte amar de tus hijos, edúcalos y corrígeles cristia- namente con suavidad y blandura, y lo mismo á tus familia- res, dependientes y á todo el mundo en general, y así serás respetado y obedecido y vivirás y morirás en paz, que es la prenda más apetecible que te deseo.
APUNTES HISTÓRICOS
SOBRE
OLÉRDULA
OLERDULA ANTIGUA
Es tradición constante y universalmente conservada Ja de suma antigüedad de Olérdula, ahora San Miguel d'Erdul, parroquia y restos situados en una regular eminencia, distante como una legua por el lado del Mediodía, de Villafranca del Panadés ó Penadés. Apo- yan la tradición indicios y datos en gran parte auténti- cos. "Ya el mismo nombre de Olérdula ú Olértula^ que se le^ en antiquísimos documentos de la Edad media, debió de ser impuesto en los tiempos primitivos, como lo demuestran la terminación ula, en rigor no distinta de la er\ ulos, propia de algunos nombres indígenas ( v. g. Bástrilos, Várdulos, Túrbulos); y la semejanza de for- "'^^icn con el de Ilerda y la identidad primitiva de raíz QQj^ 1q5 ¿g Ordal y de Olor da, montes vecinos que en lo antiguo hubieron de ser comprendidos bajo una nii^m^ denominación, demuestran una antigüedad ante- rondana (i).
'O En sus Investigaciones sobre los habitantes primitivos
^^ España, etc. G. de Humboldt considera la desinencia
"*^^ ula, uli, como muy frecuente en los nombres ibéricos
(es decir, primitivos españoles), cita como ejemplos Bcecula^
^^^ulo^ Barbesula y los Bastulos, Bergula, Calacula^ Car-
^"*^, Castulo, el río Sirgulis, Tur bula, los Turdulos y
Bar^iiiiQg Advierte, sin embargo, que en algunos nombres
esta desinencia puede ser latina, acaso de sentido diminutivo,
conio en Deobrigula y que sólo hay completa certidumbre
• cuando lo restante del nombre es vasco. Ahora bien, véase
8G APUNTES HISTÓRICOS
Entre los restos que prueban la existencia de una p blación antiquísima, más ó menos crecida, descuel tanto por su grandeza como por la singularidad de construcción , un prolongado lienzo de muralla, halla interrumpido, cerca de uno de los extremos, p una torre cuadrada, y á la parte opuesta por una puer perpendicular defendida por dos torres también cu dradas, una de las cuales se adelanta y se presenta m bien como un ángulo de lo que resta de la muralla, i terrumpido de nuevo por otra torre semicircular con^^ truída en tiempos posteriores. La construcción en gru^^ sas piedras, algunas de cuatro varas de ancho, de corc::^ rectangular pero desiguales en ambas dimensiones d^ su superficie, y que consiguientemente no se halla^^ dispuestas en hiladas (si bien en la primera de dicha torres falta muy poco para esta disposición), junto coc^" la ausencia de toda especie de mortero, dan una muestra del último período de las fábricas ciclópeas, y com una transición entre ellas y la construcción regular. Ad- vertiremos también , sin que pueda servirnos de deduc- ción alguna, que tres ó cuatro piedras presentan un círculo ó cilindro ancho muy poco resaltado; mas lo que importa observar es que en el resto descrito, ya en sí muy considerable, conservamos la mayor parte de la primitiva muralla, sino en la altura , en la extensión, pues abraza y defiende toda la parte accesible de la me- seta, dpnde ahora se hallan las casas y la iglesia parro- quiales.
lo que dice en otro lugar de los que comienzan en o: « .... la vocal o, inicial de oj'ía (colina) y radical de gore y gota (alto)
expresa con frecuencia la idea de altura » Cita los nombres
modernos: 0/f, Oienguren, etc., etc., y los antiguos Obila^ el promontorio Oeaso ^ Orcellis^ Oretani^ etc. Por lo demás Humboldt no menciona el nombre de Olérdula que no se lee en los autores clásicos. — El nombre Erdo^ semejante al de Erdul, que se da ahora vulgarmente á Olérdula, se halla, aunque sólo como apellido de una casa solariega, en el Pa- llars, cerca de Mentuy.
SOBRE OLÉRDULA 87
En el mismo espacio, sobre todo junto á la iglesia, se observan muchos sepulcros tallados en la roca y que describen perfectamente las figuras, ya de personas crecidas, ya de niño, de los cadáveres que contuvieron, presentando al propio tiempo el encaje destinado á re- cibir la losa ó tapadera; sepulcros que no cabe atribuir con seguridad á pueblo alguno de costumbres cono- cidas (1).
(i) Es de advertir que el dibujo de estos sepulcros publi- cado por Taylor y reproducido en varios tratados de arqueo- logía, aunque por otra parte exacto, da una idea equivocada, por cuanto los presenta en situación vertical , siendo así que se cortaron horizontal mente en la superficie de las rocas. Se- pulcros de la misma forma, y tallados igualmente en la peña, hubo, según la precisa é inequívoca descripción que hemos oído á testigos presenciales, en la calle de San Miguel de Manresa , junto á la iglesia del mismo nombre. En el Castillo de San Miguel de Eramprunyá ( el Eraprunniano de los do- cumentos), sobre la población de Gabá, más arriba de la ca- pilla de Brugués, antes Sitjar ( obsérvese este nombre) y tam- bién como en Olérdula en la proximidad del mar, en una peña roas alta que la que forma el piso general, además de un al- jibe menor que el de Olérdula , hay un sepulcro de hombre y otro de niño, y á corta distancia se distinguen claramente ptrostres, uno también de niño. Su corte es enteramente ^8ual á los de Olérdula , con la única diferencia de tener algo roas marcado el encaje para la cubierta ; lo cual acaso debe atribuirse á que se ha gastado menos por la mayor dureza de la roca. Las reconstrucciones de este castillo, no sólo en los primeros tiempos de la restauración , sino la llevada á cabo por el célebre Jacme March á últimos del siglo xiv, nos pue- aen dar razón de que sea mucho menor el número de sepul- ^'■ps existentes. Parece que los hay también en Capellades y ^^ Caserres y, fuera de la provincia, en Andújar. Los de ^^rca de Banyoles parecen ser de otra forma , así como los ^^e se hallaron en Badalona ,. que además eran en greda y no en roca. En cuanto al nombre de S. Miguel que encontramos ^'1 Olérdula, Manresa y Eramprunyá, nada prueba contra la aatigüedad de los sepulcros. El aspecto de aquellos perma- nentes cementerios debió motivar el que se titulasen los tres •ngares con el nombre del Arcángel custodio é intercesor de ias almas.
88 APUNTES HISTÓRICOS
Las tres ó cuatro, y acaso más, docenas de silos tam- bién diestramente tallados en la roca y deseminados ec el mismo recinto, nos traen á la memoria una costum- bre de los celtíberos (á quienes debemos el mismc nombre de silos) de reunir en lugares fuertes grandes iicopios de trigos, si bien debió de ser usanza general en todas las tribus guerreras expuestas á las invasiones de sus enemigos. Silos se han hallado en otros puntos ve- cinos, especialmente en la parte alta y antigua de la villa de Sitjes, que, como es de ver, déla traducciói catalana de la misma palabra ha tomado su nombre.
Una de las entalladuras más notables que se conser —
van en el mismo recinto es un estanque de grandes di
mensiones, al cual, según se ve por los inmediatos - regueros, descendían aguas de la parte alta de la meseta y á cuyo fondo se bajaba por escaleras igualmente ta- lladas en la roca.
Al lado izquierdo de la muralla y sobre el camino que hacia ella conduce al que no atraviesa el valle que se abre á sus pies, nótase una línea de espacios cuadra- dos abiertos en las rocas, si acaso no se aprovechó al- guna singularidad de su natural conformación ; la cual por algunos mechinales que en sus paredes se divisan, conduce á creer que fué una calle de casas montaraces, aunque no es fácil adivinar qué uso tuvieron algunas hendiduras ó regueros conductores de agua ó de otro líquido que en algunos puntos de las mismas paredes se observan.
Mas para hallar nuevas y sorprendentes cortaduras hechas en la roca, es necesario andar algún trecho hacia el O. y llegar á la Valí (que es continuación aunque oblicua, del otro valle ya mencionado), y en la cima de su pendiente derecha , junto á las Planas, se verán grandes cavidades, y en una de ellas á lo menos, seña- les de haber servido, no ya para simple habitación, sino para fragua ú oficina de fundición de metales. No de otra suerte se explica una cortadura prismática pero vaciada en forma semejante á la de silos , sin que en
SOBRE OLÉRDULA 89
tnanera alguna quepa imaginar que sirviese para el tnismo objeto, á la cual se sube por una buena escalera tallada igualmente en la roca viva. Debajo de la corta- dura prismática y ahuecada que él llama encaje para caldera, creyó ver el Sr. Puig y Lucá el horno con su correspondiente boca para introducir el combustible. Añádase la densa capa ahumada que cubre la parte su- perior de la cueva , y se tendrá un argumento más en apoyo de las conjeturas, en esta parte bien fundadas, del señor Puig; al paso que las líneas de mechinales hondamente abiertos en las paredes, algún nuevo es- tanque inmediato, gradas de escaleras talladas acá y allá y algunos otros restos menos descifrables indican la importancia que debió de tener aquel establecimiento. Adrede hemos dejado de mencionar entre lo com- prendido en el recinto fortificado los llamados caste- llots^ ó restos ruinosos de torres que sin duda pertene- cen á la Edad media. ¿Podremos atribuir á esta misma época la calle inmediata á la muralla y á las cuevas de la "Valí? No hay inconveniente en cuanto á lo primero, pero se opone á lo segundo el silencio de los abundan- tes documentos de los siglos x, xi y xii relativos á estos lugares (i).
Por lo que hace al grande estanque , á los numerosos silos y á los sepulcros, no hay razón para dejar de atri- t>uirlos á los tiempos más remotos , aun cuando no existiese la muralla cuya construcción primitiva no es ^^do desconocer y que parece afianzar cumplidamente la presunta antigüedad de los demás objetos.
Todo nos lleva pues á afirmar que en la cima de Oler- ^Ula hubo en lo antiguo una acrópolis, cindadela ó recinto fortificado, destinado á la defensa de la pobla- ción que, sin duda, como aconteció de nuevo en la Eclad media , se extendía por las faldas inmediatas, y
(i) No creemos que pueda referirse á ellos la mencién de ^na fragua ó herrería en Moja que se leerá al final de esta Memoria.
90 APUNTES HISTÓRICOS
que puede haber sido indígena ó celtíbera , ó bien p- lásgica ó fenicia. En el último caso, los colonizador- griegos ó semíticos debieron de abordar en la playa Sitjes y pasar desde allí á Olérdula , punto algo distan de la costa, sin que se pierda enteramente de vista, que domina gran parte de la comarca del Panadés Cabe añadir conjeturalmente que pudieron abrirse fáci camino por los valles de Olesa pasando por el pie d Fontallada y por Cesguñoles que, como testimonio d- pasada importancia, conserva una buena torre romana y desde aquellos valles penetrar en el campo de la qu( después fué Barcelona.
Mas (fde qué ha provenido la opinión comunment^^ aceptada y autorizada por respetables escritores, aunqu( contrariada ya por D. Antonio Agustín y el obispe Marca (i), de que en este distrito existió la Cartago Ve- tus ¿Q Ptolomeo? Creemos que el primer origen déla opinión, debida al parecer á Juan, obispo de Gerona, de que la antigua ciudad púnica estuvo situada en el territorio de Villafranca y la más razonable de que fué la misma Olérdula, como sostuvieron en una carta el anticuario Pascual, monje de las Avellanas, y poste- riormente en un discurso académico el Sr. Puigy Lucá, debe buscarse únicamente en la palabra Penadés que se ha querido mirar como una corrupción de Poehorum. Bien es verdad que se ha procurado corroborar esta frágil deducción con el apoyo de lápidas, vestigios, ruinas, etc. , que ó no vienen al caso ó sólo han existi- do en la dudosa memoria de los anticuarios. Entre
(i) Cuando escribimos esta memoria veíamos aceptada esta opinión por los más entendidos anticuarios é ignorába- mos que la hubiesen combatido el académico Mayora en una memoria impresa, y Cortés en el Diccionario Geográfico de la España antigua, el cual deduce el nombre de Panadés, de Pinnensis, como si dijésemos, abundante en peñas, nom- bre no muy adecuado á la comarca y que además no nos dan los documentos.
SOBRE OLÉRDULA 9 I
todos estos mal traídos indicios citaremos por ló curioso un hecho mencionado por Pascual. «Junto á la ermita de San Gervasio, próxima á Villanueva, se han descu- bierto, dice, muchas fábricas subterráneas y muchos sepulcros llenos de huesos y calaveras , pasado el cráneo <le aJgunos de ellos con un clavo, conforme se hallan en otras partes que probablemente fueron habitadas por fenicios ó cartagineses en Cataluña. » Ignoramos cuáles fuesen estos lugares, como también, y parece que lo ignoró el docto monje, si era costumbre general entre gente púnica ; de sepulcros célticos hemos sí leído que contenían esqueletos en pie y sujetados á la pared , no por medio de un clavo, es verdad, sino por una made- ra que les cogía la cabeza.
Ptolomeo es el único escritor antiguo que nombra á Cartago Vetus y la coloca entre los Ilercaones empe- zando por ella y terminando por Dertosa. No puede ser, dice el mismo Pascual, Cantavieja la ciudad carta- ginesa, según algunos suponen llevados por la seme- janza de nombre, pues la última está situada á occiden- te de Tortosa , y Ptolomeo sigue el orden de oriente á poniente. Así será, pero ¿cómo concebir que Ptolomeo <^olocase entre los Ilercaones una ciudad situada tan ^<ientro en el país de los Cosetanos? ¿cómo negarnos ^ admitir la autoridad del antiguo geógrafo, único que '^Os hace saber el nombre , la existencia y la posición ^G la misma ciudad?
Para dar mayor peso á la etimología de Penadés, se
"an supuesto dos nombres para la ciudad púnica ; ade-
'^á.s del de Cartago Vetus, el de Cartago Poenorum. A
^llo ha dado lugar casualmente, aunque con completa
inocencia de su parte, la siguiente descripción de la
^^gión cosetana por Plinio: Regio cosetana, flumen
^^bi, colonia Tarraco Scipionum opus, sicut Cartago
^oenorum id est, opus Poenorum, Se ve que Plinio,
^1 mencionar la gran colonia romana recordó la mayor
Ciudad de los cartagineses en la península y que el Pce-
^orum indica tan sólo á los fundadores de Cartagena y
ga APUNTES HISTÓRICOS
no segundo nombre de ciudad, que por cieno hubier- sido bien inútil puesto después del de Cartago.
El mismo nombre actual de Panadés que en los es
critos de la Edad medía suena Penedes (sólo una ve creemos haber leído Panaders) , Penites, Penitensh Penitensium ha dado lugar á la conjetura de los qu suponen que hubo en esta región un establecimienti penitenciario en tiempo de los romanos. Añaden qu los penados trabajaron en las minas de las montañas Foix y Pontons, de que, según escritores bastante re- cientes, no ha mucho que se conservaban indicios. Fácil es también relacionar estas minas con las fundicio- nes de Olérdula , que en tal suposición debieron de ser establecidas ó conservadas por los romanos. Lo bueno es que algunos se hallan dispuestos á admitir á la vez las dos conjeturas de Peños y Penados para la misma palabra Penadas,
¿Porqué los escritores romanos (i) no mencionan ab-
(i) No designan tampoco con un nombre especial la co- marca del Panadés, que Marca , con poquísimo fundamento, á nuestro entender, supone ser un campus foenicularius men- cionado por Estrabón y que debe de corresponder á un moder- no Fenollar ó Fenolleda. Del moderno Panadés y de sus inme- diaciones sólo constan algunos lugares consignados en los itinerarios, como son Fines, Antistiana, Stabulonova y Pal- furiana que ^ según los Sres. D. E. Saavedra y D. A. Fer- nández Guerra, corresponden respectivamente á un punto inmediato á Martorell ó Gélida, á la Rápita (junto ais Mon- jos), á Castellnou cerca de Bellvey, y á un punto al S. del Vendrell y O. del arco de Bará. El académico correspondien- te D. Buenaventura Hernández Sanahuja, autor de la prein- serta memoria acerca de los muros de Tarragona, ha hecho recientemente detenidos estudios de la antigua Olérdula que han sido objeto de un escrito enviado á la Academia de His- toria. Véase lo que en 22 de Noviembre de 1862 nos escribía sobre la materia «...no hay discordancia notable entre el jui- cio que formó V. de esas venerables ruinas y la opinión que formé con Delgado, anticuario de la Academia de Historia, cuando la visitamos en 1834, y en efecto debe atribuirse el
SOBRE OLÉRDULA qS
solutamente á Olérdula? ¿Acaso se hallaba ésta olvida- da y yerma como ea el día? S¡ fué así, le aguardaban
primer establecimiento en este punto á algunas de las remotí- simas emigraciones ó colonias que como la de Tarragona, pusieron sus aduares en las cumbres de ambas montañas fuertes ya por la naturaleza , viviendo del merodeo y á costa del país; y de ahí el gran número de silos para áridos unos y para líquidos otros que en Olérdula existen. Completa la ana- logía entre esta primitiva población y la de Tarragona la existencia de una fuente ascendente natural en la cumbre de ambas colinas y junto á sus acrópolis, elemento indispensa- ble para toda plaza fortificada. La muralla, como la de Ta- rragona, no la levantaron durante el primer período: en una y otra ciudad hay señales evidentes de ello. La sola diferen- cia que existe entre ambas ciudades (parécenos que debería notarse además la muy marcada entre la construcción ente^ rafnente primitiva de las murallas de Tarragona y la casi recular de la de Olérdula) es que mientras el recinto fortifi- cado de Tarragona se erigió en diferentes épocas, á propor- ción que la colonia iba desarrollándose y tomando mayor in- cremento (siempre con el carácter de ciudad fortificada y de allí su inmenso perímetro), el de Olérdula conservó su primi- tiva extensión. Sin embargo, el lienzo de muralla que da á Villafranca ó al territorio indigete, fué, á mi juicio, abierto ^^ épocas posteriores; el verdadero ingreso á la acrópolis pri- njítiva se halla todavía existente en la mitad de su meseta, en cí Costado N. E. que domina el valle inmediato casi al frente de la iglesia; está labrada en peña viva... » Añadía el Sr. Her- nández que los ascendientes de los pobladores de Olérdula, provenían , á su entender, de los pueblos de la misma estirpe ^tablecidos en las orillas del mar Erytreo, en el Yemen y posteriormente en la Siria, esto es, los árabes ó fenicios ori- ginarios, y que no deben confundirse tales construcciones con lasdruídicas ó célticas de la primera ó segunda invasión. Sabemos también que considera como indudablemente primi- tivas (aunque simples moradas y no fundiciones) las cortadu- ras de La Valí , ya por su carácter, ya por hallarse en ellas silos, y ya también por haber descubierto más allá dos gran- des piedras labradas, como para formar de ellas enormes co- pas, y con algún signo alfabético celtíbero. Al mismo debe- naos la noticia de que recientemente se han descubierto un nuevo sepulcro en el fondo de cierta escalera que existe de- bajo de la sacristía, cortado por una antigua pared que sobre él
94 APUNTES HISTÓRICOS
entonces nuevos destinos gloriosos; hoy debe conté tarse con el olvido , que á lo menos pone sus restos abrigo de manos ávidas y destructoras (i).
se construyó, y monedas celtíberas en algunos restos de ot wros sepulcros: datos que comprueban la antigüedad de los misnnos y la opinión de que no pueden atribuirse, como alguno íia creído, á la Edad media.
(i ) Al escribir estas líneas no teníamos bastante en cuenta la actividad febril de nuestra época que destruye por do quiera lo que millares de años han respetado. Mejoras agrícolas, F>or otra parte muy apr.eciables , nos dan á temer que se haya me- noscabado ó se menoscabe alguno de aquellos interesantísi- mos restos, sobre los cuales ya hemos procurado llamar Is atención de la Comisión de Monumentos artísticos.
SOBRE OLÉRDUI.A gS
OLÉRDULA MODERNA (■'
Las memorias escritas más antiguas que de Olérdula se han conservado, se reñeren á la época en que la re- gión donde se halla situada sacudió el yugo de los ára- bes. Ya desde últimos del siglo ix, Montserrat y sus alrededores formaban parte de la España reconquistada y de los dominios del Velloso, cuyo hijo Wifredo II ó Borrell pudo en goS hacer donación al monasterio de San Cucufáte del lugar del Cervelló, puesto á la entrada <Je los valles interiores de la montaña de Ordal, que por ^1 lado opuesto domina la región del Panadés. Su her- niano Suniario comenzó las hostilidades por esta co- rnarca, en donde se internó hasta el punto de poder levantar en 929 sobre las ruinas de la antigua Olérdula vin castillo y una iglesia en honor del arcángel San Mi* guel y del apóstol San Pedro. Mas no se hallaba todavía asegurado el país vecino que debía defenderse, notan sólo de los árabes fronterizos, sino también de los que habían quedado sujetos á servidumbre. Levantáronse éstos con el fuerte ó torre de Granada que había con- í^iistado Guillermo obispo de Barcelona , cuyo sucesor Wilara la recobró y dio en feudo al caballero Sisualdo por los años de 941. Antes de terminar la misma déca- ^3 , se libertaron de los moros los habitantes del térmi-
(0 Además de los documentos impresos ó extractados por Marca, Pujades, Bofarull y Piferrer y de los contenidos en la carta de Pascual, nos valemos del repertorio M. S. de Ribera, del Cartulario de San Cucufáte del Valles que los contiene en g^an número relativos á Olérdula y de otros también conser- vados en el archivo de Aragón.
96 APUNTES HISTÓRICOS
na de Wallformosa haciéndose dueños del territorio Vemos además que siete años después de la restaurad de Olérdula y antes del recobro de Granada y de emancipación de Wallformosa, en 936 conmutó Sun rio á un fiel ó satélite suyo llamado Chalopodio y á sv^ hermano el presbítero Quadamiro el castillo de Castren vetiilo extremo in ipsa Marchia, es decir, el llamadí? ahora Castellvi de la Marca y que fué sin duda Castell- rey (por Castellvell ) estremer ó estrem de la Marca (2). Este castillo que linda ahora con la provincia de Ta- rragona y que se hallaba más internado que Olérdula hacia la tierra enemiga, debió de ser renovado ó conquis- tado ya en 929, y puesto como primer resguardo déla frontera cristiana; y entonces se le aplicaría la denomi- nación de estremer que no le convino en rigor mucho tiempo, pues no tardamos en ver mencionados castillos situados al occidente de Castellvi. El de .San Esteban (llamado poco después de Castellet) que debió de formar parte de la primitiva frontera, fué vendido en 967 por el conde Borrell á un tal Seniofredo, conocido con el nombre de Amado : señálanse como lindantes con el mismo castillo Castellvi, Olérdula, Cubellas, Santa Oliva y Guardia de Bañeras.
Quedaron establecidos los cristianos en la comarca del Panadés; y aunque á últimos del siglo x estuvieron
(1) Consta, en efecto, que en XVI de las calendas del mes de Abril del año de Lotario hi)o de Ludovico (981), Borrell concedió á los habitantes de Vallformosa un alodio de que estaban en posesión hacía más de 3o años.
(2) Habie'ndose perdido por incuria la escritura de esta concesión , la renovó ó reparó en las nonas de Diciembre del año 3 1 de Roberto (1027), según las prescripciones del libro gótico divulgado y sancionado por los Santos Padres (el Fuero juzgo), libro 7, tit. 5, el noble Wilelmo, vicario de Castro Vetulo, con el auxilio de varios testigos que juran por Dios y por el lugar de la veneración de S. Julián ó de S. Pedro Após- tol cuyo altar está consagrado «infra aula sancti Michaeli Ar- cangeli qui est sita in caput Castro Vetulo extremum in ipsa marcha.»)
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sujetos alas frecuentes y poderosas, aunque pasajeras irrupciones de los sarracenos , vemos que no abandona- ban el territorio, como lo atestiguan sus donaciones no interrumpidas desde gSS en adelante (i). Curioso es hallar en ellas designados con los nombres actuales la mayor parte de lugares como Viladellops, Subirats, Montagut, Piñana, Querol, VallmoU, Aviñon, Magri- ñá, Fontallada, Espitllas, Sanabre, Lacuna alba. Castro deOlivella, Ribas (la Riba), Villa Episcopal, etc., situa- dos en Olérdula ó en puntos más ó menos inmediatos. Preséntasenos un Seniofredo, á la vez clérigo, labrador y guerrero, personaje al parecer de alguna importancia que en 969 hizo donación en el lugar llamado ipsa torta de una torre con sus cingulos y el quadallo construido por el Señor, junto al vado de Santa Margarida, á la calzada francisca y á unas paredes antiguas. Él mismio en su testamento otorgado en 986, dispuso de cien ca- bras, de varios toneles, de una exada, un chava gó y dos portadoras, de yarias pellices, de un breviario, un anti- fonario, un presarlo y un pasionario, de una lanza, una espada, un escudo y un caballo con silla y freno.
En el mismo año de 986 cayeron en poder del victo- rioso Almanzor, no tan sólo la capital (que no tardó en recobrarse) sino todos los castillos de Cataluña, á excep- ción, según es fama, de los de Cervellóny Moneada. Cayó indudablemente Olérdula que hasta 992 perma^ necio, no del todo desierta , ni tampoco cautiva, pero sí desmantelada. En este año el arcediano Seniofredo, au- xiliado por sus sufragáneos, determinó renovar la iglesia de San Miguel y San Pedro, y repoblar la ciudad. Res- taurada la iglesia suplicó al obispo Vivas II que la con- sagrase, y aunque murió antes de ver logrado su buen
(O Una bula otorgada á Ildesindo, abad de San Pedro de Roda, por Benedicto VI en 974, confirma entre otras dona- ciones hechas al convento, todo lo que poseía en el término de Olérdula y Panadés.
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deseo, bendijo el obispo la iglesia y señaló de nuevo antiguos y bastante considerables límites de la pob ción. Extendíanse estos términos desde la Espelunca la ó Cueva del Rey ( sin duda alguna el lugar llama ahora deis Caus, es decir. Cuevas) hasta la laguna de J Palma por la fuente de Cantallops, discurriendo por ^- torrente hasta las aguas llamadas Aragón ; por el citrzC^ de estas aguas hasta el camino de la torre de Almtv^dcr y el río Mathama , Perafita y el río Tovexó, Villafirriol (existe una masía Ferriol] y el acueducto de Bellobono (sin duda el acueducto de que existen restos en Bañe- ras) hasta juntarse con el río de San Esteban (riera de ^ Foix que pasa por San Esteban de Castellet) por la Mostallera, Borralleras y Argodarias hasta Puigflorit y por la pineda Combaluposa hasta el mar; por el medio- día desde el mar por la fuente de Anastasio y Cusinas por Cabrahijo (i) y Gavarra (existe) hasta la Espelunca del Rey. Hemos de suponer que estos nombres fueron copiados de los de la demarcación hecha por Suniario, pues antes de 992 hallamos otros de más moderna fiso- nomía. No sucede lo propio con respecto á las capillas que en esta época se asignaron también á Olérdula, pues casi todas existen y alguna incluida en el recinto de la moderna Villafranca. Eran las de Santa Digna (que ha dejado el nombre á un torrente), San Pedro (capilla ahora del hospital) , San Salvador (existía poco hace), Santa Julia (San Julia?), otro San Pedro (sin duda el de Moranta ó Malanta), y Santa María (la pa- rroquial ó más bien la deis Horts).
¿Fué demolida de nuevo Olérdula después de esta segunda restauración? En ioo3 el obispo de Barcelona Aecio vendió algunos bienes de la Iglesia para restaurar la torre Granada, por haber «venido la potencia del rey
(j) En un documento de Alfonso I, hallamos un Barón de Cabrafig. Esta forma prueba que los nonibres que reproduci- mos en el texto fueron latinizados en la escritura ó , lo que es menos probable, castellanizados por Pujades,
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de Córdoba con fuerte é innumerable ejército en el lu^ardel Penadés y talado todas las marcas vecinas y distantes y asolado hasta los cimientos de dicha torre.» Según las más probables conjeturas fué esta invasión efecto de la victoria de Hins-Dhervera ganada por Al- nciarizor en el año looo. Olérdula entonces ó se defendió ó no fué asolada, si alguna consecuencia podemos de- ducir del silencio de los documentos.
Comoquiera que fuese, asegurada ya Cataluña con la victoria de Albesa ganada por Ramón Borrell III, más alejadas ya las fronteras sarracenas, comenzó para Olérdula "una época de mayor lustre , en la cual era considerada como capital de condado. En 1020 (i) ve- mos en ella á la condesa viuda Ermisenda dando un juicio. En 1025 D. Berenguer Ramón el Curvo y su tnujer Sancha confirmaron las franquezas de los mora- dores de Barcelona y su condado y los de la ciudad o castillo de Olérdula ó Penitense, y en testamento de io32 distribuyó el conde sus Estados entre sus tres hijos Ramón, Sancho y Guillermo, dando al primero ^ condado de Gerona y el de Barcelona hasta el Llo- hi'egat, á Guillermo y á su madre Guislia el de Ausona y ^ Sancho lo que restaba dej condado de Barcelona con la ciudad de Olérdula , desde el Llobregat hasta la ^i^rra de los Paganos, si bien los dos últimos debían d^rninar bajo obsequio y dependencia del primogénito; repartición que por otra parte no se efectuó, pues San- cho fué monje y Guillermo cedió también sus derechos. Mas aquí debemos retroceder algún tanto y fijar la atención en una familia ilustre, sin duda la más en- c^nnbrada después de la condal y que como tal no se J^ostraba muy dispuesta á respetarla ni obedecerla.
(1) Antes de esta fecha, en ioi3 ( 17 de Roberto), como
relativo al territorio del Panadés, hallamos que Saula y su
i'^^jer Quintulo venden al obispo Borrell los castros de Santa
Perpetua y Barbera en el condado de Barcelona por cien
onzas de oro.
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Adalberto, hijo del difunto vizconde Guitardo y de G^ riberga , marchó con el conde D. Ramón Borrell á K expedición de Córdoba donde murió peleando en m mes de Junio de loio (en la batalla de Acbatalbacar^ pero antes de partir había hecho testamento sacramenr tal, dejando vino que tenía en Moja, trigo en Sa j Esteban de Castellet, copas de plata , bueyes , una sarrs cena, etc. , — y disponiendo á favor de San Cucufate de la torre de Moja y de sus pertinencias de Albinyana. En las afrontaciones de Moja se nombran Santa Digna, /a calzada y franc\a^ y en la de Albinyana Santa Oliva, Villa Artigós , Albornar, Monte Marzello (Monte Ma- dello, Mazello ó Montmell), Castro Caldario, Bera (ahora Bará), Roda, Castelar . Nuceo, Villa Abella, álveo de Galla (Gaya) y Episcopal (La Bisbal).
Poco después depusieron los testigos del testamento en el altar de San Pedro, cuya basílica está situada en el palacio Moranta. El mismo año compareció en pre- sencia del conde Geriberto, hermano de Adalberto, contra el abad de San Cucufate, diciendo que Moja y Albinyana eran herencia suya y de su hermano y her- mana. Comparando estos nuevos datos con los reunidos por Pujades, BofaruU )^ Piferrer acerca de los Udalar- dos y Geribertos, resulta evidentemente que el vizconde Witardo ó Guitardo, quien en 977 conmutó con los monjes de San Pablo algunas tierras junto al camino del Puerto allende Montjuich, era padre de Adalberto, esposo de Nevia , y de Geriberto que casó con Ermen- garda , hija del conde Ramón Borrell , el cual fué padre de Guislaberto, obispo de Barcelona, y abuelo de Uda- lardo Bernardo, que casó con la viuda del Curvo: los dos últimos de los cuales tanto molestaron á Ramón Berenguer el Viejo.
Mirón Geriberto, que no le fué más sumiso, hijo, como su hermano Folch , de Geriberto (que con el tí- tulo de vizconde menciona un documento como posesor en las planas cerca de Moja), fué pues primo del obispo Guislaberto, sobrino de Adalberto y nieto por su padre
SOBRE OLERDULA lOI
el vizconde Guitardo y por su madre (i) del conde orrell. En to3o, es decir, durante el reinado de su brino el Curvo, testó doña Ermengarda á favor de Ssinta María del Puerto (junto al cual hemos visto á su svaegro) y de San Sebastián deis Gorgs en el Panadés; y^ en io35 Nevia, viuda de Adalberto, cuñado de la an- t^rior, hizo donación de un alodio junto á Granada.
En 1 041 se nos presenta en Olérdula Mirón Geriber- to (2) con ínfulas de soberano. Según un precioso docu- mento conservado en la carta de Pascual, Guillermo afead de Santa Cecilia de Monserrate acudió á Mirón Geriberii, Princeps Olerdulce, para detener en corte algunas posesiones ^t/jcía civitatem Olerdulce ubi diciint TllicaSy contra un tal Juan que se las había usurpado, no obstante que los padres del mismo lo habían donado á dicho monasterio, cuando le ofrecieron monje siendo niño. Algunos años después huyó Juan del monasterio y á una con su madre se apoderó del alodio, vendién- dolo á un hermano suyo presbítero. Perdonóle el abad, pero reincidió Juan; compareció el primero ante el príncipe, que sentenció la inmediata restitución del alo- dio en presencia de su mujer y otros proceres, deman- dando al mismo tiempo que Juan fuese perdonado. Accedió Guillermo, le rapó el cabello y la barba et be- Tiedixit ei monachum, Pero se escapó Juan por tercera vez, volviendo á ocupar el alodio y á unirse con la mujer que había dejado, y cometiendo otros desafueros. Instó Guillermo y el príncipe le mandó comparecer in P^acitum in Castro Vid y juntos allí Domnus Miro con
(O En I o 14 el obispo Deusdedit permutó el alodio de yichtrano en el término y acceso de Olérdula en la marca inferior con Geriberto y su mujer Erga. Si es el mismo Geri- berto y Erga no es otro nombre de Ermengarda , tuvo pues dos mujeres ; pero Mirón , Folch y Guilia fueron hijos de Er- °íengarda.
(2) En 1034 Sendredo y Bonadomna cedieron á este Mi- rón y á Udalardo una pieza de tierra in turre Dellane. (Arch. Ar. Doc. del Curvo n." 107.)
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SU mujer, llamada, como su cuñada, Domna Guilla, Geriberto juez y otros nobles, á saber: Guillermo Mi- ronis, Guillermo Leopardi , Bernardo Sendredo y Be- renguer Guitardi , Guinebaldo, Arnaldo Raimundi y Bonparas Guillermi , declaró el juez Geriberto que el alodio pertenecía ^er omnejus al monasterio. Firmaron todos los señores la sentencia, no menos que Juan con protestas de arrepentimiento.
Muchos años seguiría Mirón con la usurpada inde- pendencia, hasta que el conde Ramón Berenguer el Viejo envió á Olérdula jueces que le sentenciaron á res* tituir este castillo en el estado en que se hallaba cuando lo recibió, á recobrar para su señor las franquedas que había vendido ó perdido, á jurar que no era culpable en el devedament ó negativa de recepción que su hijo Bernardo había hecho al conde en el castillo de Era- prunniano, á resarcir en diez mil sueldos, ó en la can- tidad que se decidiese por batalla ó duelo judicial, los daños que sufrió el conde por dicho devedament^ á jurar también que los mensajeros por él enviados á los sarracenos no habían tratado cosas malas con respecto al conde, y á otras condiciones y resarcimientos. Arre- pentido entonces ó más bien apremiado por la justicia y las fuerzas del conde en io58, el mismo Mirón Geri- berto que se intitula no ya de Olérdula , sino de San Martín (sin duda Ca Roca), junto con su mujer Guilia y sus hijos Bernardo y Gondebaldo, por la culpa máxi- ma que reconocen haber cometido contra el conde, le ceden el castillo del Puerto, herencia de sus ascendien- tes y de su hermano Folch. El año siguiente el conde y su esposa dieron contra los mismos una sentencia de- finitiva , á causa de las rebeliones y excesos que diferen- tes veces habían cometido contra sus bienes y autoridad, según habían reconocido los culpables, declarándose tales y poniéndose á la disposición de los condes. Re- cibieron éstos muchas seguridades, entre otras la de que Mirón y sus dos hijos les harían definir los castros de Besaura y de Churull y devolver los emperaments de
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franquéelas del Panadés, peroles concedieron mu- ^Vios feudos con ciertas reservas y les encomendaron los castillos de Monbuy, Olérdula y Eraprunniano, pro- metiendo ellos poner los castellanos á la fidelidad de ^os condes. El año próximo de 1060 Berenguer Guáda- ^lo, con su señor Mirón Geriberto, fué á la expedición del castillo de Mora en servicio del conde, donde al pa- recer murieron ambos como buenos. En 1067 vemos á su hijo Domnum Gondeballum encomendar á Rai- inundo Isimberto el castillo de Eraprunniano, y el año anterior figuró como juez en una sentencia dada por los condes en el palacio episcopal de Vich. Arnaldo Mirón de San Martín, hijo también de Mirón Geriberto, reno- vó sin duda más adelante los conatos de independencia, pues en 1089 se allanó al poder del conde (el Fratricida) y prometió entregarle las potestades de los castillos de Olérdula y Eraprunniano (i).
A pesar de las infidelidades de sus vasallos inmediatos, no dejaron los condes de considerar como parte de sus dominios, y no la de menor cuenta, el Panadés y su
(i) Al dominio y permanencia de esta poderosa familia en San Martín (^sl Roca debe sin duda atribuirse el magnífico templo bizantino que todavía admiramos en aquella pobla- ción , situada en una escarpada cima ; lugar muy apto para la defensa, de lo cual dan testimonio algunos hechos históricos más recientes y los considerables restos de fortificación que en ella se conservan. Para este interesante período de la his- toria de Olérdula y con el auxilio de los datos contenidos en el texto, puede formarse el siguiente árbol genealógico de al- gunos individuos de la familia vizcondal:
GL7r/l/?Z)0-GERIBERGA.
Ger/^er/o— Ermengarda. Adalberto— Ncvia.
hija de Borrell
A//rón— Guilia. Folch. Guislaberto, fierwíj rio— (desconocido)
obispo de Barcelona
Bernardo. Gondebaldo. Arnaldo de S. Martin. Udalardo.
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población más importante. En una conveniencia firma- da en io63, entre Ermengaudo de Urgel y Ramón Be- renguer, el primero le prometió serle fiel en la defensa de sus estados, enumerando después de Barcelona y su condado, la ciudad de Olérdula y el condado del Pana- dés. Por los años de io65 y 66 los condes fueron ad- quiriendo varias partes de la torre de Déla (i), en la parroquia de San Miguel de Olérdula , de Alberto Be- rengario, de Ermengaudo Ebrini, de Domnucio y Es- teban Mir con su hermana Déla : todavía en 1293 fuera de Villafranca y que confinaba al oriente con la calza- da, al mediodía con el río de Llitrá, al norte con el castillo de Motió (Castellmoxó en la Clota , según ve- mos en otro documento) y al occidente con la Guixera y Pax. En su testamento (1076) nombra el conde entre lo que deja ^ro indiviso á sus hijos á Penitense con sus castros (2) y luego el castro de Olérdula , el cual se di- vidieron tres años después los dos hermanos correinan- tes, con su potestad y statica, al par que Castellvell con su marca , la torre de Domne Dele , etc.
Aun cuando la toma y restauración de Tarragona (1089) debió de amenguar en gran manera la importancia de Olérdula, todavía hallamos una nueva restauración de ésta, probablemente la tercera, y sin duda alguna la última. En el año 1108 de la Encarnación, invadió el Panadés una gran muchedumbre de mohabitas (almo- hades) y otros sarracenos que incendiaron toda aquella tierra hasta el castillo de la Gélida, profanaron los tem- plos y despoblaron la provincia. Invadieron el castillo de Olérdula , dando la muerte á muchos de sus habitan- tes, y cautivando á innumerables. Por lo cual Ramón Berenguer (III, el Grande), acompañado de muchos nobles, con consejo del obispo Raimundo y con el
(i) Ya ha sido nombrada esta torre. V. nota 14.
(2) El IV de las calendas de Marzo del año 16 de Felipe (i 075) Rolando Bernardi había cedido al conde la mitad de Castellet.
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asentimiento de Jordán , vicario de Olérdula , de Ber- trando, Suniario y Ayanrico Fulconís, castellanos del mismo castillo, concedió franqueza y seguridad á todos los que en él se estableciesen ó permaneciesen ó traba- jasen en su restauración. Libró de servicios y censos á los que allí edificasen, sin que él ni los castellanos pudiesen expelerles. Los caballeros podían tener sus hombres sin impedimento alguno, estando obligados tan sólo á pagar diezmos y primicias. A, los de la caste- llanía se les abona la mitad del servicio, con tal que construyan, habiten y defiendan el castillo. A los hom- bres de San Cristóbal y de otros santos ó de algún ca- ballero, no se les obligará á reconocer otros señores que los que tenían. Constituye para todos los habitantes paz y tregua dentro de los términos del castillo, es decir, d^sde Santa Margarita , Moja, Santa Digna, Fontalla- da% ViladcUops y Montrodó. En 1109 reconocido el conde á los auxilios que para la restauración de Oler- dula recibió de Rolando, abad de San Cucufate, y de sus monjes, les dio la torre Susana , es decir la superior (acaso uno de los castellots de ahora) con la parte del Wiuro que llega á la iglesia, siguiendo el camino que va de la puerta del castillo hasta la de San Miguel , y ade- más Santa María fuera de los muros, y la fragua ó herrería y horno de Moja (i).
No existía aún Villafranca , según es de ver por los anteriores testimonios. Mas la decadencia de Olérdula 4Ue no bastaron á impedir los esfuerzos del conde, la nienor necesidad de defensa y consiguiente deseo de buscar una posición más cómoda y ventajosa , y el trán- sito para Tarragona que demandaba un punto de des- canso entre esta ciudad y la capital del condado, todo contribuyó á que de las capillas y casas esparcidas por
(1) Un tercio de siglo más tarde, en 1 145 (8.» de Luis el 3oyen), Geraldo Alemany jura fidelidad al conde Ramón Be- renguer IV en el castro de Olérdula condado de Penades (l^oc, de Ramón Berenguer el Santo, n.° 176).
I06 APUNTES HISTÓRICOS
el llano se formase una nueva población. Levantaría entre las tierras llamadas antes franela y franquea y heredaría su nombre al mismo tiempo que sus fra quicias, á las cuales se agregarían las otorgadas á 1 habitantes de Olérdula que en su mayor parte debiero íi pasar á la naciente villa. Debió de tener ésta su orige durante el reinado del último conde, y se halla y mencionada entre los documentos de éste en 1160 (i)l
(i) Anno ab inc, Dom, MCLX die sabbati prima Ociobris computavit in Villa/rancha Bernardus de Liviacum Bertrán- do de Castelet et Arnaldi de Rased et Bernardi Guillelmi de Villaf rancha et Dominici scriptoris de omnes expensas traC' tas quas dicere potuit remansit super eum li solidos et c mo- mios de blad segle. Et remansit super Bernard Guielm ce
quos debet ei comes. — Anno ab inc, Dom, MCLX die Dom, prima Octobris in Vilafranca computavit Bernard Guielm cum Bertrando de Castelet et Arnald de Rased et Dominico scriptore de omnes expensas quas dicere potuit, Debet comes emendare ab Bernad Guielm MC XVIII sol. ( Arch. Ar. Doc. de Ramón Berenguer el Santo, n.o 347) Estos son los dos más antiguos documentos conocidos que hablan de esta villa. Ter-